Probablemente, más de alguna vez escuchaste el dicho «el amor es ciego» y es que cuando nos enamoramos, percibimos las cosas de forma distinta. Lo cierto es que se trata de mucho más que un dicho popular. La ciencia ha dado pruebas de que el amor sí es ciego, ya que la naturaleza y nuestro cerebro se encargan de que en un principio no veamos los defectos del otro. Se trata de un rasgo evolutivo, que contribuye a preservar la especie subiendo las posibilidades de procreación. Veamos un poco más sobre este tema.
El amor nos ciega
Los químicos que se liberan en el enamoramiento activan la llamada sensación de euforia, que además de hacernos sentir bien, desactivan los instintos que nos ayudan a evaluar a las personas. La sensación de bienestar se produce en el sistema límbico del cerebro, que regula la liberación de hormonas y neurotransmisores que provocan sensaciones de placer, en este caso ante una emoción.
En el sistema límbico se encuentra la llamada amígdala, una estructura encargada de coordinar emociones en el cerebro; puede amplificarlas, disminuirlas o bloquearlas, tal como ocurre en el enamoramiento.
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