viernes, 30 de septiembre de 2022

OCHO RAZONES PARA COMER LENTEJAS

 O las tomas o las dejas, dice la conocida expresión. Que aquí no obligamos a nadie, pero sí voy a dejar unos cuantos datos curiosos o ideas para convenceros de que comprar y consumir legumbres en general es positivo desde muchos puntos de vista. Y como recientemente he asistido a una interesante charla online ofrecida por la IGP Lenteja Tierra de Campos, obviamente utilizaré a esta pequeña maravilla castellana como ejemplo.


Da lo mismo, un plato de legumbres es la opción perfecta, ya que cada una de esas minúsculas porciones de alimento contiene hidratos de carbono, proteínas en una proporción considerable (alrededor del 20%), minerales y vitaminas del grupo B.  Alimentan y sacian, ¿qué más se puede pedir?.
No en vano Esaú, muerto de hambre y agotado, vendió la primogenitura a su hermano Jacob por un plato unas supuestas lentejas, según cuenta la Biblia. Y sin ninguna duda eran lentejas las "píldoras de Negrín" o “píldoras de la resistencia”, bautizadas así por ser el alimento básico que permitió la supervivencia a muchos madrileños durante el asedio a su ciudad en la Guerra Civil.


Las legumbres son el único grupo de alimentos apto para casi todos los colectivos; ninguna religión las prohíbe y no tienen gluten. Un plato comodín para menús de colectividades e ideal cuando tienes a una representación de la ONU a comer en casa. Las legumbres en general apenas tienen grasa, salvo soja y cacahuetes, y la que tienen es saludable por tanto  son aptas también para aquellos comensales siempre a dieta. Lógicamente, cambiando el acompañamiento cárnico por algo más vegetal. La única pega es que, entre las legumbres la lenteja es la que causa más alergias, sobre todo en niños.

¿ Sabías que es mucho más frecuente la alergia a las legumbres en los países del área mediterránea, extremo oriente y la India que en los países anglosajones? En estos últimos su consumo se limita al cacahuete y la soja mientras que en nuestro ámbito se consume más variedad y con mayor frecuencia. Además es frecuente tener alergia a más de una legumbre.

Es el momento de pasarte a las legumbres, aunque sea poco a poco, pero hazlo. Su consumo regular ofrece beneficios para la salud y ayuda a prevenir enfermedades no transmisibles: hipertensión, exceso de colesterol y triglicéridos, cáncer colorectal, riesgo cardiovascular, diabetes, obesidad...si es que parte de la solución estaba ahí en esas humildes semillas que nunca salen en los anuncios a pesar de sus propiedades. Y por consumo regular no hablamos de calzarse un cocido o un plato de lentejas una vez al mes, no, tiene que ser casi a diario; como nuestros abuelos, que comían legumbres prácticamente todos los días de la semana. Por cierto, al consumirlas frecuentemente desaparece el problema de las ventosidades.

¿Sabías que en 1960 en España se consumían en torno a 12-14 kg de legumbres por persona y año? ¿y que en 2015 esa cifra había bajado a 3.06 kg?  Siento comunicarte que la dieta que seguían los protagonistas de Cuéntame en los primeros capítulos es mucho más "mediterránea" que la que seguimos ahora.

La lenteja es un cultivo de secano y por tanto contribuye a ahorrar agua. Además enriquece el suelo en nitrógeno, ya que se asocia con bacterias capaces de tomarlo directamente del aire. Por tanto no necesita que se apliquen abonos nitrogenados, justo los que cuesta más energía fabricar y que contaminan el agua si se utilizan de mala manera. En otras palabras es un alimento que puede presumir de ser bastante sostenible.

Eres aficionado al gastroturismo ? ¿Te gusta recorrer kilómetros en busca de paisajes auténticos y degustar los alimentos que produce el terruño?. 

 

Pues que sepas que consumiendo legumbres producidas en nuestro país contribuyes a mantener tanto al paisaje como a la gente que lo habita y le da forma. Y si estas legumbres  pertenecen a una Indicación de Calidad Diferenciada (una DOP o IGP, vamos) mejor todavía; por una parte premias el esfuerzo por conservar variedades y métodos de producción que en sí mismos forman parte de nuestro patrimonio y por otra parte calidad garantizada te estás dando un premio al consumir un alimento único y de gran calidad.

Las legumbres es un alimento muy económico que, además de llenar y alimentar, se conservan un tiempo considerable sin perder sus propiedades (aunque mejor no te pases del año, que se quedan duras). Si eres de los que asocia las legumbres con el típico guiso hecho a fuego lento, y te de pavor sólo de pensar en la factura de la luz no desesperes. Es verdad que la cocina a fuego lento es un plus, pero gracias a la olla exprés, puedes tener las lentejas listas en 10-20 minutos y no te cuento el juego que dan las que ya vienen cocidas en el bote. Si es que hasta puedes utilizar el agua que sobra para hacer una mousse por ejemplo.

La chía, la quinoa y el trigo sarraceno están ya muy vistos y, francamente, tampoco son para tanto. Pues ahí tienes a las lentejas de Tierra de Campos, para presumir de unos conocimientos culinarios que se están perdiendo. 

Puedes contar que los suelos de esta comarca dan a la lenteja gran parte de su carácter, haciéndola digna de pertenecer a una IGP: un contenido mínimo en materia orgánica que le dará la harinosidad justa; el potasio suficiente para darle más mantecosidad y menos astringencia y el fósforo adecuado para que su piel sea más fina y tenga mayor cantidad de grasa. También puedes añadir que la comarca donde se cultiva tiene una climatología que, salvo los años de sequía, permite que la lenteja madure lentamente una vez cosechada, otro factor que le da calidad. Si con todo este conocimiento no te dejan entrar en Máster Chef, peor para ellos.

Y si tienes amigos tiquismiquis también puedes contarles que, al menos en el caso de esta IGP la trazabilidad está asegurada. Mediante el número de lote que aparece en la contraetiqueta  (la cual incluye el sello propio de calidad) se puede saber que agricultor lo ha producido. En la web del consejo regulador se puede ver incluso qué labores para preparar el suelo tienen que hacer los agricultores, la dosis de siembra o los productos fitosanitarios que tienen permitido utilizar a la hora de producir esta lenteja. Raramente vas a encontrar ese nivel información en un alimento.

Pues para que no tengas excusa, allá va este recetario elaborado por el Consejo General y la Fundación Española de Dietistas-Nutricionistas a partir de un concurso de recetas con legumbres, en el que puedes encontrar muchas ideas con bastante buena pinta. 

Si te faltaba el canto de un duro para convencerte y quieres ir más allá en el mundo de las legumbres, en la página https://alimentaciondelpresente.com/category/recetas/legumbres/ encontrarás 200 recetas casi todas de legumbres locales, pensadas con especialmente con poca guarnición para disfrutar de su sabor.

Por último, como soy muy fan del Comidista, os dejo este video imprescindible si te decides a cocinar legumbres, y esta sección enterita de recetas también con bastante buena pinta. Y si no te gustan estas, simplemente "googlea" "recetas con lentejas". Y ya sabes, o las tomas o las dejas.



EL CACAO, LA HISTORIA DE UN ALIMENTO VIAJERO

 ¿Te has parado a pensar que la palabra que designa a la golosina favorita de medio mundo procede del castellano? que viene a su vez de las lenguas mesoamericanas. Sin embargo, el chocolate que conocemos hoy en día, en sus múltiples y atractivas presentaciones, sólo ha existido durante una mínima porción de la historia de este alimento. Historia llena de curiosidades a la que dedico esta segunda entrada dedicada al cacao.

El chocolate es uno de los pocos ejemplos de alimentos cuyo pleno potencial se desarrolló cuando comenzó su producción industrial. Resulta asombroso que de esas semillas, astringentes, amargas e insípidas, la naturaleza, la química y el ingenio humano sean capaces de transformarla en ese oscuro objeto de deseo que es el chocolate

La cuna del cacao



Se origina en la cuenca del Amazonas, y llega hasta América central transportado por los indígenas, que lo utilizaban como reserva portátil de energía y agua. Los olmecas fueron los primeros en cultivar los primitivos arbustos de cacaotal, se lo enseñaron a los mayas y se lo vendían a los aztecas. Estos tostaban y molían las semillas, haciendo con ellas una bebida amarga que se servía en las ceremonias religiosas.
Posiblemente de ahí surge el nombre científico que puso Linneo al cacaotero o árbol del cacao; Theobroma cacao está compuesto por "Theos" que es Dios y "broma" alimento. Muchísimo tiempo antes, los pueblos mesoamericanos que lo consumían bautizaron al cacao como kakawa y a la bebida que se elaboraba a partir del el cacahuaquchtl, palabro que los conquistadores españoles transformaron en chocolate. La palabra Nauatl xocoatl (literalmente 'agua amarga') se incorpora al castellano como "chocolate".
Cuando llegaron los conquistadores a América, sus habitantes llevaban cultivando y consumiendo el cacao desde hacía más de 3.000 años. Tan importante era para ellos que utilizaban las semillas de cacao como moneda; incluso el mismo Hernán Cortes la utilizó para pagar a los suyos. Este lienzo de Tlaxcala, del siglo XVI muestra a la india Malinche traduciendo la lengua de los mexicas a Cortés. 
Los mayas consumían el cacao triturado, con agua fría y aderezado con especias - vainilla, chile, achiote - y miel silvestre - quedando una bebida amarga y picante. Los españoles cambiaron la receta, sirviéndolo caliente, más dulce y con otras especias: canela, clavo, anís y pimienta negra molida. Y así fue como viajó a España y al resto de Europa.
Una vez instalados los españoles en el nuevo mundo, además de introducir otros cultivos europeos comenzaron a cultivar la caña de azúcar. Cuando a finales del s XVI consiguen aclimatar al caña de azúcar en México, ya poseen el ingrediente clave para que el chocolate fuera bien aceptado por los paladares europeos a ambos lados del atlántico.
El chocolate llega a España


¿ Sabías que el Monasterio de Piedra fue el primer lugar donde se elaboró el chocolate en Europa? Fue allá por el año 1524.
La historia afirma que con Hernán Cortés, el conquistador del imperio Azteca, viajaba un monje de la orden cisterciense llamado Fray Jerónimo de Aguilar, que a su vuelta a España trajo consigo las primeras semillas de cacao y la receta para elaborar el chocolate. Este fraile regaló el cacao al abad del monasterio de Piedra, y los monjes no tardaron en "pillarle el truco" a este nuevo alimento.


Así, desde sus comienzos en tierras extrañas, el cacao encontró acomodo entre los religiosos españoles, expertos chocolateros que difundieron su receta entre las congregaciones. Los benedictinos de aquella época decían que: «No bebía del cacao, nadie que no fuese fraile, señor o valiente soldado».
Desde la conquista de América hasta el siglo XVII el chocolate fue una bebida esencialmente española y portuguesa, ya que eran estos países los que tenían colonias en zonas productoras. Era una bebida oscura, de sabor fuerte pero agradable y de textura áspera, que bebían los miembros de la alta burguesía, especialmente las mujeres.
Poco a poco su consumo fue generalizándose: se extendió a las clases sociales inferiores y a los países al resto de Europa. Y aquí es cuando el consumo de chocolate empieza a despegar. Resulta curioso comprobar como otros alimentos que vinieron de las indias, como la patata o el tomate, no tuvieron tanta aceptación en la sociedad española de la época como la tuvo el cacao.

Todos los españoles tomaban un chocolate de calidad similar. Lo que diferenciaba a las clases sociales era la jícara (recipiente similar a un vaso) en la que se servía: de plata o porcelana para el clero y las familias distinguidas, de barro para el pueblo llano. Los establecimientos de una conocida marca de chocolates la han recuperado para 
Y se transforma en Europa


El chocolate entra en Francia con los jesuitas y sobre todo gracias a dos importantes "prescriptoras" (como se dice ahora). Las reinas Ana y María Teresa de Austria, esta última casada con Luis XIV, el famoso Rey Sol, contribuyeron a poner de moda el chocolate en el París del siglo XVII.

A medida que la fórmula del chocolate se difundía por Europa, las técnicas de elaboración desarrolladas por reposteros españoles se beneficiaron de las posibilidades técnicas que ofrecían las máquinas de la incipiente Revolución Industrial.
En el siglo XIX en Holanda se desarrolla el proceso de desgrasado, que permitía hacer la bebida más digestible y alargar la vida útil del cacao una vez molido, ya que la semilla tiene mucha grasa y se enrancia con facilidad. Los suizos comenzaron a añadir leche en polvo al chocolate, lo que mejoraba su sabor y su consistencia. En este momento se crean también las primeras tabletas de chocolate sólido, aprovechando la grasa o manteca de cacao, que se obtenía con el desgrasado. Todos estos avances marcan el inicio de las grandes casas chocolateras europeas: Tobler, Suchard, Lindt y Nestlé. Eso sí, a partir de entonces la fórmula del chocolate, que es más o menos la que conocemos actualmente, se empobrece bastante: cacao, azúcar y leche
Destino final: África e Indonesia


Cuando a comienzos del siglo XVIII el chocolate empieza a ponerse de moda en Europa, el cacao se convierte en un bien económico y la zona de Mesoamérica no da a basto para cubrir la demanda que empieza a surgir.
Como el árbol del cacao no puede cultivarse en Europa, porque no tiene el clima necesario, los distintos países comienzan a buscar lugares para establecer nuevas plantaciones, ya sea en sus territorios coloniales o donde tenían relaciones comerciales. Españoles y portugueses son los primeros en llevar el cacao a África: la isla de Fernando Póo (donde se desarrolla la trama de la novela "Palmeras en la Nieve" de la que hablé en la entrada anterior), Santo Tomé y Ghana. De ahí, ya en los albores del siglo XX, las plantaciones se extienden a Nigeria (colonia inglesa) y Costa de Marfil (colonia francesa).
Los franceses tampoco perdieron el tiempo ya que mucho antes(1660) habían iniciado el cultivo de chocolate en las islas atlánticas de la Martinica y Guadalupe.

Los holandeses hacen lo propio en Surinam (América), y en Java y Sumatra (Indonesia). Los ingleses en Jamaica y Ceilán (actual Sri Lanka).


No se me escapa que la expansión del cultivo del cacao en África estuvo ligada al empleo de mano de obra esclava, pero del tema de la mano de obra ya hablaré en una última entrada en la que abordaré la situación actual: en qué países se produce y en qué condiciones.





jueves, 29 de septiembre de 2022

Beneficios de comer tomate crudo todos los días.

 Muchos son los beneficios de comer tomate crudo todos los días, hoy te los explicamos. El tomate es rico en vitaminas A, B, C, PP y K; en minerales como fósforo, calcio, zinc, magnesio, potasio, sodio y manganeso; en bioflavonoides, en licopeno y tiene propiedades antioxidantes.

Hay tomates de un rojo intenso, tonalidad amarilla, ovalados, redondeados, de piel gruesa o más fina. También los hay muy pequeños y tan grandes como apetitosos. Lo mejor de todo es que son muy saludables en todas sus variedades y, en general, nos permiten preparar platos deliciosos. ¿Quieres más razones para comer tomates?

El consumo diario pero equilibrado de tomate no solo mejora nuestra salud, sino que además, mejora la calidad de nuestros platos y de los alimentos que consumimos. Lo mejor es que podemos adquirirlo en todas las épocas del año. Veamos cuáles son sus beneficios.

En ocasiones no somos conscientes de todo lo que pueden hacer por nosotros ciertos alimentos como, por ejemplo, los tomates. No veremos sus nutrientes a simple vista, pero nuestro organismo nos va a agradecer muchísimo si cada día le ofrecemos todo lo que esconde este vegetal.

Según información publicada en Proceedings of The Society for Experimental Biology and Medicineeste alimento nos brinda nutrientes como: 

  • Vitaminas A, C, K, B6, ácido fólico, tiamina.
  • Vitamina E.
  • Minerales (potasio, manganeso, magnesio, fósforo,  cobre).
  • Flavonoides.
  • Fitosteroles.

¿Qué más podemos pedirles

2. Los tomates son buenos para tu corazón

El tomate contiene mucha fibra, así como potasio, vitamina C y colina (un tipo de vitamina B). Todos estos elementos reducen el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.

No podemos olvidar que este tipo de lípidos son los culpables de las principales enfermedades cardiovasculares. Estos conducen a la deposición lenta pero progresiva de las grasas en nuestros vasos sanguíneos.

3. Contrarresta el efecto de humo del cigarrillo

¿Fumas? ¿Trabajas o vives en un entorno donde hay fumadores? Entonces, además de plantearte poner rápidas soluciones a estas situaciones, es recomendable que consumas a diario uno o dos tomates.

4. Comer tomates cuida la salud digestiva

El consumo regular de tomates nos ayuda a evitar tanto el estreñimiento como la diarrea. Gracias a su contenido en fibra, estimulamos el movimiento peristáltico de los músculos digestivos y también la liberación de los jugos gástricos. En un estudio publicado en Canadian Medical Association Journal se sugiere que los tomates tienen un efecto protector sobre el tracto digestivo.

5. Cuidan de tu vista

La vitamina A, presente en los tomates, ayuda a cuidar de nuestra visión, de acuerdo con información publicada en Community Eye Health Journal. Asimismo, es muy adecuada para prevenir la degeneración macular.

La vitamina A es un antioxidante esencial que combate los efectos negativos de los radicales libres y que cuida de la salud de nuestros tejidos.

Tanto el consumo como la aplicación externa de tomate puede ser beneficiosa para la salud de la piel. El licopeno contenido en los tomates ayuda a proteger la piel contra los rayos ultravioleta, según lo detalla una investigación

Por otro lado, este alimento contiene vitamina E, vitamina C, agua y otros elementos determinantes para mantener la piel hidratada y joven. ¿Qué tal si pruebas una mascarilla con pasta de tomate? Es idónea si tienes la piel grasa.

Resumiendo

El tomate es un alimento saludable que podemos comer todos los días de la semana. Si bien por sí mismo no es una cura contra enfermedades o dolencias, incluido en una dieta saludable sí contribuye a nuestra salud. ¡Anímate a incluirlo en tus recetas!