La plaza que Anna recorría en búsqueda de pequeños lectores es la
Espanyola, la ‘plaza de la Vila’ de este territorio multicultural
, la misma en la que el pasado
2 de julio nacía la
plataforma Barris per viure Collblanc-La Torrassa con el empeño de reivindicar "un barrio acogedor para los vecinos, no un
escaparate para los turistas". El texto del cartel de la convocatoria -ideada por activistas de la zona- no dejaba lugar a dudas:
"La gentrificación llega a Collblanc-La Torrassa". Las decenas de vecinos que, preocupados, respondieron a la llamada, hicieron una ruta por el distrito, visitando algunas de las señales de alarma claras, como
la exlibrería de Anna, o el 70 de la calle de
Santiago Apóstol, vaciado de vecinos y en proceso de reforma integral para convertirse en un bloque de pisos turísticos. Según el listado oficial de
establecimientos turísticos del
Departament d’Empresa i Coneixement en ese bloque hay
ocho licencias de pisos turísticos. Tantas como pisos tiene la finca.
En el conjunto de L'Hospitalet son 483, 226 de los cuales en este pequeño rincón de la segunda ciudad catalana, en la frontera con
la atractiva Barcelona, a dos pasos del museo más visitado de la capital catalana. Según el
Observatorio del Turismo de Barcelona en el 2017 el
Camp Nou recibió 1.848.198 visitantes.
483 son los pisos turísticos legales, después están los ilegales, que no están registrados en ningún sitio, aunque nosotros los tenemos también mapeados según nos los van denunciando los vecinos", explica
César, uno de los impulsores de la plataforma, a ojos de quien hubo un
punto de inflexión evidente: la llegada de la
L9 al aeropuerto, cuya principal parada es la estación de
La Torrassa, donde basta con sentarse unos minutos y dejar pasar varios metros, para ver que el trajín de maletas arriba y abajo forma ya parte del paisaje habitual.
Es obvio que la situación no ha llegado al extremo de vivida en barrios barceloneses como
Sant Antoni o el cercano
Sants, pero los vecinos no están dispuestos a esperar a que sea demasiado tarde. El lugar reúne varias características que la convierten en una golosina a ojos de
cualquier inversor, ya sea extranjero como local. Además de la cercanía a
la poderosa Barcelona y al templo azulgrana, es un distrito
especialmente bien comunicado, con
dos paradas de metro, una en cada extremo. "Aquí llegaron vecinos expulsados por
la gentrificación de Barcelona y ahora, al terminarse sus actuales contratos de alquiler, ven con preocupación que la situación se repite y pueden ser expulsados también de
L'Hospitalet", señala
Joan, otro de los miembros de
Barris per viure
Tejido comercial también en riesgo
La librería de
Anna no es el único comercio de la zona que ha bajado la persiana por la imposibilidad de asumir la subida del alquiler. También lo ha hecho recientemente la perfumería La Balear. Varias persianas están bajadas en la misma
plaza Espanyola (algunas eran viejas oficinas bancarias, cerradas por otros motivos), y en calles del denso barrio. Entre las tiendas orientadas al vecindario -previas a la
temida gentrificación- hay colmados con productos típicos de medio mundo, una de las características del colorido barrio a la que sus vecinos no quieren renunciar. "Cuando te vas de vacaciones, por un café pagas lo que te pidan, porque estás de vacaciones y es una semana, pero claro, aquí nosotros vivimos, no podemos aceptar que la presión turística cambie el tejido comercial y haga aumentar también los precios del consumo", resumen.
Una de las pruebas irrefutables, las
toallas tendidas en terrazas, balcones y ventanas, es ya más que evidente en ambos barrios. Lo de los bloques vaciados de vecinos para ser reformados y convertidos en pisos turísticos es, en parte, fruto de la normativa local, que recoge que solo se otorgarán licencias turísticas a fincas enteras, para evitar problemas de convivencia. El pleno municipal aprobó en marzo del año pasado una modificación del PGM para regular la actividad, "después de haber detectado durante el 2016 y los primeros meses del 2017 un incremento de solicitudes de este tipo de alojamiento", según señalan fuentes del consistorio, que niegan que en
Collblanc-La Torrassa el turismo sea un problema. "No vemos ningún descenso en el número de vecinos empadronados que nos haga pensar que la presión turística afecte en estos momentos", indica una voz del consistorio encabezado por
Núria Marín, que apunta también que el
encarecimiento del alquiler es "
generalizado en todo el país".
Mientras
L'Hospitalet redactaba la normativa, implantó una
moratoria de licencias temporal, que desde la plataforma piden volver a implementar "para poner coto a
nuevos alojamientos turísticos en la zona antes de que la situación se haga insostenible", argumentan desde el colectivo vecinal.
Otro de los puntos en conflicto es el
solar situado en la calle de
Ferran i Clua 12-24, muy cerca del
mercado de Collblanc, en proceso de cesión -en el último pleno se aprobó el plan especial urbanístico que lo facilita- a una universidad privada para la edificación de
una residencia de estudiantes. Desde
Barris per viure temen -ejemplos cercanos no les faltan- que la residencia de estudiantes sea una excusa para convertir el espacio en un albergue vacacional para jóvenes, lo que consideran un escándalo.
Tras el primer (y exitoso) encuentro vecinal de primeros de julio, la plataforma tiene programadas varias reuniones con entidades del tejido asociativo de la ciudad para ir tejiendo alianzas y construyendo alternativas.
Primavera vecinal en el Llobregat
La creación de
Barris per viure no es un hecho aislado en
L'Hospitalet. En los últimos años, la segunda ciudad catalana -igual que la capital- ha visto nacer varios movimientos vecinales al margen de las asociaciones de vecinos clásicas. En el mismo distrito dos ha tomado fuerza recientemente la plataforma
Defensem el Castell de Bellvís, para luchar por su patrimonio histórico (y su memoria) o
Can Trinxet Viu, en
Santa Eulàlia; además de la combativa
No més blocs