jueves, 26 de noviembre de 2020

Significado de No por mucho madrugar amanece más temprano

 No por mucho madrugar amanece más temprano” es un refrán popular cuya idea principal se refiere al esfuerzo. Este es un refrán que desde el punto de vista más sencillo nos indica que no debemos apresurar la toma de decisiones.

El hecho de que una persona se levante un día o varios lo más temprano posible y se prepare con rapidez con el fin de realizar alguna actividad, lograr o

cumplir con algún compromiso o responsabilidad a tiempo, e, incluso, antes de lo previsto, no quiere decir que así sea.

Todos los procesos, en especial los naturales, se toman un determinado tiempo para que sean desarrollados y completados. Por tanto, no es necesario apresurarse más de lo necesario porque es imposible adelantar el reloj natural de la vida.

Resta ser pacientes, respetar y esperar a que todo vaya transcurriendo lo mejor posible.

Podemos levantarnos muy temprano, pero los rayos del sol no se apresuraran en salir antes de lo previsto. Con esto no se quiere decir ni mucho menos incitar a que las personas no cumplan con sus obligaciones o responsabilidades a tiempo.

Simplemente es una manera exponer que todos los procesos de la vida se toman su tiempo para realizarse de la mejor manera posible según las condiciones que le rodeen.

De ahí la importancia de no tomar decisiones de manera apresurada. Los acontecimientos van sucediendo según su curso natural, por ello no es necesario apresurarse más de lo necesario para el logro de algo en particular, porque los resultados finales se pueden ver afectados de manera negativa.

Por otra parte, además, del refrán expuesto también se desprenden otros que son muy similares, “Por mucho que madrugue no amanece más aína” o “A quien madruga, Dios le ayuda”. La palabra aína significa rápido, pronto, es antigua y por ello no es frecuente su uso.

Estos refranes, si bien no significan exactamente lo mismo, pueden ser un incentivo para que las personas sean responsables y cumplan con sus obligaciones o tareas a tiempo.Internet





que quiere decir la cara es el espejo del alma

La cara es el espejo del alma. Significa que en la cara reflejamos nuestro estado de ánimo y está especialmente indicado cuando no podemos disimular nuestros sentimientos y los demás nos los ven en la cara.

Algunos de los que mejor saben leer las caras son los retratistas. Pero tanto ellos, como los expertos en comunicación no verbal, repiten una y otra vez la misma advertencia: no se debe caer en el peligro de la primera impresión y en la tentación de juzgar a las personas por su cara. “Tenemos prejuicios, preinformaciones sobre las personas, y siempre vamos a buscarlas en su rostro”, confiesa el pintor Tullio Pericoli en el libro El alma del rostro (Siruela). De hecho la primera premisa de la morfopsicología, que es la ciencia clínica y humana que estudia la correlación entre rostro y mente, es “comprender, y no juzgar”

Pruebe a leer las líneas que siguen ante un espejo. Les prometemos que, antes de llegar al punto final, acabará conociéndose más y mejor. Para empezar, se dará cuenta de que no tiene una sola cara. Teresa Baró, experta en habilidades de comunicación personal, explica en La gran guía del lenguaje no verbal (Paidós) que no es igual la cara de estar solo en casa que la de estar con la pareja o la familia, la del trabajo, la de una reunión laboral o la del bar. “Cuando te levantas por la mañana, escoges indumentaria en función de la actividad. Imagínate tu rostro como un traje. Aunque no seas consciente –señala Baró–, la mayoría de las veces también escoges un rostro”. Los psicólogos denominan rostro social. Todos escogemos conscientemente o no unas u otras expresiones faciales para adecuarnos a cada situación comunicativa. Todo el mundo intenta no reírse, por ejemplo, en un velatorio o cuando un amigo le cuenta una experiencia dolorosa. Escondemos y mostramos los sentimientos que en cada momento nos interesan.


¿Somos mentirosos? Baró responde con un no rotundo. “La socialización exige que camuflemos sentimientos que no podemos evitar, actuar tal como intuimos que los demás quieren que actuemos. Es cuestión de supervivencia”. Es más, asegura que si no la vida en sociedad podría ser insoportable. El afán innato de adaptación nos lleva a educar nuestra expresividad, moldear nuestro rostro social. El semblante muestra el grado de diplomacia de cada uno. Poner la cara adecuada facilita la buena convivencia, pero no siempre conviene maquillar los sentimientos. Teresa Baró subraya que a veces puede ser bueno romper este comportamiento: cuando queremos expresar disconformidad o nos queremos acercar a las personas de manera auténtica y sincera. De vez en cuando, es conveniente quitarse la máscara.


“El rostro es un curriculum vitae”, asevera Rose Rosetree, autora de Leer el rostro (Sirio). Cuenta que Abraham Lincoln una vez tuvo que nombrar a una persona para su gabinete y la rechazó con el siguiente argumento: “No me gusta su cara”. Su consejero objetó, aturdido, que el hombre no era responsable de su cara. Pero Lincoln discrepó. “Cualquiera mayor de 40 años es responsable de su rostro”. Tenía razón.


A partir de los 40 tenemos la cara que nos merecemos. “Los expertos en morfopsicología afirman que sobre la base de la herencia genética, hemos ido moldeando una fisonomía, reflejo de nuestra forma de ser, de las actitudes que predominan en nuestra vida y de los sentimientos frecuentes”, explica Baró. Es decir, si una persona ha sido muy seria, una vez que llegue a la madurez puede que se le hayan marcado en el rostro unas arrugas hacia abajo, un rictus fruncido. Esta especialista apunta que las arrugas o los surcos son el resultado del movimiento repetido de los músculos y de horas y horas de mantener una misma expresión. “Por eso es tan acertada la expresión popular de que la cara es el espejo del alma”.


Al mirar un rostro recabamos mucha información: el estado de ánimo de la persona, su actitud, sus intenciones y sus emociones. Según el catedrático de Psiquiatría Enrique Rojas, la personalidad asoma a la cara: “En el rostro reside la esencia de la persona”. Por eso es tan importante saber gestionar su expresividad y aprender a leer correctamente las caras de los demás. “La lectura del rostro hace que una persona sea más poderosa, porque el conocimiento es poder”, comenta Rosetree.


De hecho, la lectura de rostro se ha practicado durante miles de años. En la China anterior a Confucio, hace unos 2.500 años, la lectura del rostro era una profesión. En la misma época, Pitágoras inició en la Grecia clásica el estudió de la fisiognomía: se cree que elegía a sus discípulos basándose en sus rasgos faciales, haciendo un examen del rostro y del cuerpo en general. Gracias al estudio del psicólogo estadounidense Albert Mehrabian sabemos que la palabra sólo tiene un 7% de incidencia en la capacidad de influir en los demás. La importancia de la comunicación no verbal, sin embargo, asciende hasta un 55%. Y ahí la cara juega un papel vital. Un gesto puede anular de un plumazo un discurso lleno de argumentos. Hay que saber que los dos mayores focos de información se hallan alrededor de la boca y de los ojos.


Empecemos por la boca. La risa y la sonrisa tienen unos efectos trascendentales según Teresa Baró. “Generan felicidad. En un grupo, la risa compartida es una forma de sincronización de los estados de ánimo y de interpretación común del mensaje”. Además, tiene un efecto balsámico en situaciones estresantes. Pero hay sonrisas y sonrisas. Una de ellas es la sonrisa verdadera: la auténtica y espontánea, en la que se levantan las comisuras de los labios, se muestran los dientes y se forman arrugas alrededor de los ojos. Baró apunta que el papel de los ojos en la sonrisa es crucial. “Se sonríe con los ojos”, asevera.


Estudiosos de la comunicación señalan que, aunque muchos adultos parecen haberlo olvidado, la risa es uno de los mejores recursos para conectar con los demás en una situación profesional o social. No obstante, una risa excesiva o fuera de lugar puede tener un efecto negativo, porque puede crear una imagen de irresponsable. Es curioso que varios estudios concluyan que las mujeres ríen más que los hombres. ¿Y eso? “En la sociedad predomina la idea de que ellas tienen más permiso para mostrar sus sentimientos”, explica Baró. Pero la autora señala que además de su fuerza comunicativa, la risa es saludable. “Incrementa la producción de anticuerpos, reduce los niveles de colesterol y estimula la liberación de endorfinas. Y emocionalmente ayuda a liberar el estrés, a reducir el temor y la angustia”. El refranero popular está en lo cierto al recordar que una sonrisa lo cura todo.


Sin embargo, la parte más sincera de nuestra cara son los ojos. Así lo cree Joe Navarro que durante 25 años fue supervisor de contrainteligencia en el FBI. “Los ojos pueden ser un barómetro muy preciso de nuestros sentimientos porque tenemos muy poco control sobre ellos”. Por ejemplo, cuando vemos algo que nos gusta nuestras pupilas se dilatan y se contraen cuando no nos gusta. Es un indicador más difícil de detectar que una sonrisa, una mirada o una frente arrugada, pero funciona. En el libro El cuerpo habla (Sirio) el exagente cuenta que en una ocasión lograron dar con la identidad de los cómplices de un delincuente gracias a la contracción pupilar del interrogado, al que le mostraron una serie de fotos: cuando vio las caras de sus cómplices inconscientemente sus pupilas se contrajeron e hizo un leve gesto de entornar sus ojos. Esa única pista valió para dar con los malhechores.


La mirada, además, es fundamental para regular la corriente de comunicación. Para establecer diálogo con alguien empezamos por buscar el contacto visual. Desviar la vista es un claro mensaje de rechazo. La mirada puede tener un sinfín de significados. En las conversaciones, por ejemplo, sirve para regular los turnos de intervención. Mediante los ojos podemos también entender el tipo de relación entre interlocutores. “Sabemos, por ejemplo, que las personas de estatus superior miran menos a las de estatus inferior”, señala la autora del libro La gran guía del lenguaje no verbal. Asimismo, la mirada indica la personalidad: las personas seguras y extrovertidas miran más a los ojos y pueden mantener más el contacto visual. Las inseguras y tímidas suelen apartarla con más facilidad. A la vez, los movimientos de los ojos indican pensamientos. “Si la mirada se mueve hacia la derecha corresponde a ideas nuevas o a algo imaginado, creado en la mente, mientras que si son hacia la izquierda, se trata de recuerdos”, aclara Baró.


Ser capaz de descifrar la gran variedad de expresiones del rostro es una herramienta valiosa para las relaciones personales y las profesionales. Es información privilegiada que ayuda a coger las riendas de la comunicación. Baró lamenta que en nuestra cultura le damos mayor importancia a la palabra que a la comunicación no verbal. “Es lo que nos han enseñado en la escuela. Aún así, los latinos somos muy expresivos, pero lo utilizamos de una forma menos consciente, menos planificada y más espontánea”.


Pero hoy en día vivimos, más que nunca, en la sociedad de las caretas.“Internet y las redes sociales plantean un universo de máscaras, donde las emociones se simplifican como los rostros en emoticonos y las relaciones se deshumanizan”. Es la opinión del sociólogo y antropólogo francés David Le Breton, autor, entre otros, del libro Rostros (Letra Viva). Teresa Baró, en cambio, ve ventajas e inconvenientes en las nuevas tecnologías. “Cada vez más gente se refugia en la escritura ante la pantalla, y cada vez son menos capaces de entrar en una comunicación presencial. Pero también es verdad que está aumentando el uso de las videoconferencias y en ellas todo depende de la expresión facial en el marco de la pantalla. El rostro cobra mayor relevancia que en el cara a cara”. De todos modos, cabe destacar que incluso en los chats la gente confía más en su interlocutor cuando muestra una foto de su rostro.


Internet auspicia las máscaras, pero también la cosmética y la cirugía estética. “Una intervención estética quizá te dé una apariencia de juventud, pero reduce muchísimo la expresividad –explica Baró–. Surge una cara distinta, con proporciones distintas. Si, por ejemplo, te pones bótox en la zona de los ojos, no podrás reírte con la misma expresividad”. Pero hay quien defiende los retoques. El cirujano plástico italiano Enrico Enzi, cree que con bótox en el entrecejo se puede mejorar el estado de depresión porque esa persona no podrá arrugarlo, pues esa es la zona de la preocupación y del desánimoInternet



La cara difícilmente esconde la realidad, según el pintor y retratista italiano Tullio Pericoli: “Las emociones forzadas del rostro, dictadas por la oportunidad social, suponen un mayor esfuerzo muscular. Resultado: quedan más marcadas en el rostro que las expresiones naturales. La simulación, por muchos esfuerzos que se hagan para disimularla, se graba en la cara. Y se revela”. He aquí una guía básica para desenmascarar rostros elaborada por el exagente del FBI Joe Navarro:

Ojos

Mirar con los ojos entornados, fruncir el ceño y bajar las cejas indica disgusto o incomodidad.

La pupilas se dilatan al ver algo que nos gusta y se contraen cuando no nos gusta. Por ello, los entornos de poca luz (atardeceres, mesas con velas), al dilatar la pupilas, favorecen la atracción mutua.

Cuando estamos entusiasmados abrimos los ojos como platos.

Las cejas levemente arqueadas son un signo de sentimientos positivos.

El ritmo de nuestro parpadeo aumenta cuando estamos excitados, preocupados o nerviosos.

Boca

La tensión o la inquietud hace que nos mordamos los labios y desaparezcan del rostro.

Fruncimos o arrugamos los labios cuando estamos en desacuerdo o cuando estamos pensando una posible alternativa.

Pasar la lengua por los labios muestra un comportamiento apaciguador que tiende a calmarnos.

Frente

La frente arrugada es una pista innegable de malestar e inquietud.

Nariz

El ensanchamiento de las fosas nasales indica excitación.

Arrugamos la nariz para mostrar aversión o repugnancia.

Julian Gabarre, doctor en Psicología, defiende que el rostro y el cerebro son dos caras de una realidad. Con su tesis doctoral ha demostrado que existe correlación entre la morfología facial y la psique. Tras estudiar minuciosamente a 91 personas ha concluido que los sujetos con la zona media de la cara (los pómulos) más estrecha que la zona baja (la mandíbula) muestran una mayor independencia respecto al grupo, y una mayor dificultad de expresividad verbal y emocional. Al contrario, las personas con la zona media del rostro más ancha que la mandíbula muestran valores más altos de adhesión al grupo y mayor expresividad tanto verbal como emocional.


La cara tiene veinte músculos que controlan las expresiones faciales. El neurocientífico Joseph Le Doux explica que existe una conexión especial entre rostro y cerebro única en el cuerpo “porque los nervios que controlan los movimientos faciales y que hacen regresar las sensaciones desde los movimientos faciales al cerebro van directamente desde el cerebro al rostro, sin pasar por la médula espinal”. De hecho, está científicamente probado que si una persona sonríe, ese gesto causa ciertas reacciones químicas en el cerebro y genera emociones positivas. A la hora de leer el cerebro mediante el rostro, la morfopsicología divide la cara en tres zonas. La zona baja (boca, mandíbula y mentón) está ligada con el sistema digestivo y reproductivo e indica nuestros instintos primordiales. La zona media (los pómulos y nariz) esta ligada al sistema respiratorio y olfativo e indica nuestras emociones. Por último, la zona superior (la frente) informa sobre la vida mental y sobre la capacidad de imaginación, análisis y toma de decisiones de cada uno. De todos modos, Gabarre subraya que no existe una relación simple entre la cara y la psicología personal: hace falta estudiar qué zona es la dominante y el grado de armonía entre las distintas partes del rostro. “Es una herramienta de desarrollo personal y no una herramienta de exclusión, no permitirá nunca conocer nuestros secretos más íntimos”.

¿Cuántas microexpresiones puede mostrar su rostro? Más de 10.000, según el psicólogo estadounidense experto en expresión facial Paul Ekman. Son expresiones que duran un cuarto de segundo, incluso menos. Pero son imprescindibles para detectar las emociones e intenciones que se esconden del forzado rostro social. Ekman defiende que esas expresiones son universales y se puede aprender a detectarlas: en la web Paulekman.com ofrece cursos de entrenamiento con vídeos. La serie Lie to me (miénteme), por ejemplo, está basada en su investigación.

¿Sacas conclusiones sobre la gente nada más ver su cara?
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La cara difícilmente esconde la realidad, según el pintor y retratista italiano Tullio Pericoli: “Las emociones forzadas del rostro, dictadas por la oportunidad social, suponen un mayor esfuerzo muscular. Resultado: quedan más marcadas en el rostro que las expresiones naturales. La simulación, por muchos esfuerzos que se hagan para disimularla, se graba en la cara. Y se revela”. He aquí una guía básica para desenmascarar rostros elaborada por el exagente del FBI Joe Navarro:

Ojos

Mirar con los ojos entornados, fruncir el ceño y bajar las cejas indica disgusto o incomodidad.

La pupilas se dilatan al ver algo que nos gusta y se contraen cuando no nos gusta. Por ello, los entornos de poca luz (atardeceres, mesas con velas), al dilatar la pupilas, favorecen la atracción mutua.

Cuando estamos entusiasmados abrimos los ojos como platos.

Las cejas levemente arqueadas son un signo de sentimientos positivos.

El ritmo de nuestro parpadeo aumenta cuando estamos excitados, preocupados o nerviosos.

Boca

La tensión o la inquietud hace que nos mordamos los labios y desaparezcan del rostro.

Fruncimos o arrugamos los labios cuando estamos en desacuerdo o cuando estamos pensando una posible alternativa.

Pasar la lengua por los labios muestra un comportamiento apaciguador que tiende a calmarnos.

Frente

La frente arrugada es una pista innegable de malestar e inquietud.

Nariz

El ensanchamiento de las fosas nasales indica excitación.

Arrugamos la nariz para mostrar aversión o repugnancia.

Julian Gabarre, doctor en Psicología, defiende que el rostro y el cerebro son dos caras de una realidad. Con su tesis doctoral ha demostrado que existe correlación entre la morfología facial y la psique. Tras estudiar minuciosamente a 91 personas ha concluido que los sujetos con la zona media de la cara (los pómulos) más estrecha que la zona baja (la mandíbula) muestran una mayor independencia respecto al grupo, y una mayor dificultad de expresividad verbal y emocional. Al contrario, las personas con la zona media del rostro más ancha que la mandíbula muestran valores más altos de adhesión al grupo y mayor expresividad tanto verbal como emocional.


La cara tiene veinte músculos que controlan las expresiones faciales. El neurocientífico Joseph Le Doux explica que existe una conexión especial entre rostro y cerebro única en el cuerpo “porque los nervios que controlan los movimientos faciales y que hacen regresar las sensaciones desde los movimientos faciales al cerebro van directamente desde el cerebro al rostro, sin pasar por la médula espinal”. De hecho, está científicamente probado que si una persona sonríe, ese gesto causa ciertas reacciones químicas en el cerebro y genera emociones positivas. A la hora de leer el cerebro mediante el rostro, la morfopsicología divide la cara en tres zonas. La zona baja (boca, mandíbula y mentón) está ligada con el sistema digestivo y reproductivo e indica nuestros instintos primordiales. La zona media (los pómulos y nariz) esta ligada al sistema respiratorio y olfativo e indica nuestras emociones. Por último, la zona superior (la frente) informa sobre la vida mental y sobre la capacidad de imaginación, análisis y toma de decisiones de cada uno. De todos modos, Gabarre subraya que no existe una relación simple entre la cara y la psicología personal: hace falta estudiar qué zona es la dominante y el grado de armonía entre las distintas partes del rostro. “Es una herramienta de desarrollo personal y no una herramienta de exclusión, no permitirá nunca conocer nuestros secretos más íntimos”.

¿Cuántas microexpresiones puede mostrar su rostro? Más de 10.000, según el psicólogo estadounidense experto en expresión facial Paul Ekman. Son expresiones que duran un cuarto de segundo, incluso menos. Pero son imprescindibles para detectar las emociones e intenciones que se esconden del forzado rostro social. Ekman defiende que esas expresiones son universales y se puede aprender a detectarlas: en la web Paulekman.com ofrece cursos de entrenamiento con vídeos. La serie Lie to me (miénteme), por ejemplo, está basada en su investigación.

domingo, 22 de noviembre de 2020

¿Cuáles son las variantes del refrán: Dime con quien andas y te diré quien eres?

 Otra versión de este refrán dice “Dime con quien andas, diréte tus mañas”. Se llama ‘mañas’ a las costumbres que, por lo general, no son buenas. Las amistades pueden influenciar mucho sobre los gustos, costumbres y hábitos.

También esos refranes indican “Dime con quien vas, decirte he lo que harás” ya que algunas personas permiten que sus amistades influyan en sus decisiones y comportamientos, tanto que se puede saber como actuara dependiendo de quien lo acompañe.

El dicho “Dime con quien andas y te diré quien eres” se utiliza para en modo de consejo para advertir a alguna persona sobre las malas compañías y sus influencias.

Se dice que cuando uno quiere saber como es una persona en verdad solo tiene que mirar con el tipo de gente que se rodea.

Este dicho es sabio porque todos sabemos que las influencias tienen mucho poder, pero tampoco uno puede ir por la vida juzgando a la gente solo por lo que dice un refrán.Internet



Receta de Bacalao con espinacas


Esta receta de bacalao con espinacas es un plato tradicional que, aunque se suele hacer en época de cuaresma o Semana Santa, también se consume durante todo el año. No sorprende, pues es una excelente combinación muy nutritiva y deliciosa a la que siempre podemos acudir cuando nos provoque un plato de pescado durante la comida.

El bacalao es un pescado blanco con muy buena proteína y bajo en grasas. Para hacer esta receta, hemos utilizado el bacalao en salazón y lo hemos desalado en remojo. No obstante, también puedes prepararla con bacalao remojado en su punto de sal. Tanto el pescado como las espinacas necesitan poco tiempo de cocción, así que tendremos este plato listo en poco tiempo. No perdamos más tiempo, entonces, ¡sigue leyendo y descubre cómo hacer bacalao con espinacas en RecetasGratis!

Cómo hacer Bacalao con espinacas:
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Para comenzar con este bacalao con espinacas, pasas y piñones, pon el bacalao en remojo por 48 horas y cambia el agua cada 6-8 horas. Lava las espinacas y corta la cebolla en tiras.

Pon una sartén a fuego medio con un chorro de aceite. Cuando esté caliente, añade la cebolla, deja que se poche y coja un poco de color.

Cuando veas que la cebolla está dorada, añade las espinacas lavadas. Aunque parecen muchas espinacas, merman enseguida.

Prepara unos cuantos piñones y pasas. Puedes poner las pasas en remojo para hidratarlas o dejarlas secas. Si las pones en remojo, puedes hacerlo también con un poquito de brandy que se evaporará en la cocción.

Añade los piñones y las pasas junto a las espinacas y la cebolla, saltea todo junto unos minutos.

Pon en un plato la harina para rebozar los trozos de bacalao.

Vierte un buen chorro de aceite de oliva en una sartén y, cuando caliente, añade los trozos de bacalao para dorarlos.

En una bandeja para horno o en fuentes individuales aptas para horno, coloca una base de espinacas, un trozo de bacalao y cubre todo con queso rallado. Mete al horno a gratinar a 200 °C y, cuando esté dorado, sácalo. Tu bacalao con espinacas estará listo para servir. ¡Disfruta!

Si te ha gustado la receta de Bacalao con espinacas, te sugerimos que entres en nuestra categoría de Recetas de Bacalao.

Bacalao con espinacas al horno - Recetas y sugerencias

Para esta receta, hemos gratinado el bacalao con queso rallado, pero también existen otras opciones para prepararlo de forma deliciosa. Si gustas, puedes hacer una salsa bechamel rápida, cubrir con ella el bacalao y gratinar.

Otra forma de prepararse es haciendo un alioli casero con el que puedes cubrir el bacalao antes de meterlo al horno. Por supuesto, no puede faltar la receta portuguesa que acompaña el bacalao con espinacas con un cremoso puré de patatas. En este caso, solo tienes que agregarlo por encima del bacalao antes de meterlo al horno. ¡Delicioso!Internet







































jueves, 19 de noviembre de 2020

Timbal de aguacate, tortillas de maíz y restos de asado, una receta ideal para aprovechar las sobras navideñas


Hoy vamos a preparar una receta de aprovechamiento utilizando y asociando ingredientes que todos sabemos que combinan a la perfección, pero de una forma muy vistosa y distinta a la habitual.

Ingredientes

  • Restos de pavo, pularda, capón o cualquier ave asada
  • Jugo del asado
  • Tortillas de maíz pequeñas (12 cm de diámetro)
  • Aguacates, 2
  • Huevos de codorniz, 8-12
  • Cebolla roja, 1
  • Tomates, 1 grande o 2 pequeños
  • Crema fresca
  • Queso untar
  • Tabasco
  • Salsa de soja
  • Mostaza
  • Zumo de limón
  • Vinagre
  • Agua
  • Fécula de maíz
  • Cilantro o perejil
  • Sal
  • Pimienta
  • Aceite de girasol
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Aros para montar el timbal
  • ¿Has asado un capón, un pavo, una pularda estas Navidades y no sabes qué hacer con las sobras? O simplemente, ¿te han sobrado retos de tu pollo asado y no sabes qué hacer con ellos? Vale que hacer unas croquetas siempre es socorrido, pero si quieres hacer un plato de campeonato con esos restos y quedar como un auténtico chef, no lo dudes y apúntate esta receta. Verás como es un triunfo asegurado.

    Cómo hacer un timbal de aguacate, maíz y restos de asado


  • Desmigamos los restos del asado navideño o de cualquier asado del día a día. Rescatamos todas las hebras de carne con cuidado de retirar todos los huesecillos del ave. Una vez hayamos separado toda la carne, la picamos un poco a cuchillo para obtener trozos más acordes que llevarse a la boca.

    A continuación, vamos a provechar el jugo que nos ha sobrado del asado. Apartamos un par de cucharadas del jugo, que utilizaremos para potenciar la vinagreta que acompañará a nuestro timbal. El resto del jugo lo ponemos a calentar en una cazuela.

    Si al terminar el asado no hemos espesado la salsa resultante, la trabaremos ahora añadiendo, cuando rompa a hervir, un poco de fécula de maíz diluida en agua fría. Removemos y seguimos cociendo y añadiendo la fécula diluida hasta que el fondo espese y coja cierta consistencia, pero sin llegar a adquirir una densidad de salsa espesa.

    Apagamos el fuego y agregamos la carne que hemos deshilachado y picado. Removemos y dejamos que se hidrate en el jugo mientras se enfría. Cuando esté a temperatura ambiente, retiramos a otro recipiente y reservamos hasta el momento de su utilización.

  • Escogemos un par de aguacates que estén maduros pero firmes, que podamos picar y estén mantecosos pero firmes y con textura. Si queréis saber más sobre cómo escoger los aguacates y cómo conservarlos o madurarlos rápidamente, os invito a que visitéis este otro post donde os explicamos estos y otros trucos acerca de esta nutritiva fruta, tan de moda últimamente.

    Una vez separada la carne del aguacate, la picamos en cubos pequeños con la ayuda de un cuchillo afilado, cincelando como si se tratase de una cebolla. Si por cualquier motivo sólo disponéis de aguacates pasados, machacadlo con un tenedor para tener una textura de guacamole, aunque intentad que tengan la maduración óptima. Para un timbal, la gracia está en que el aguacate aporte textura y se noten los trozos cremosos, además de que el corte en dados resultará más vistoso al emplatar.

  • Para aliñar este aguacate, vamos a necesitar la carne del tomate. Pelamos los tomates, haciendo una cruz en la parte inferior, escaldando 10-15 segundos y enfriando en agua y hielos, o pelando en zig zag con un buen pelador. Cortamos en cuartos el tomate pelado, y sacamos las semillas del tomate y las reservamos aparte, porque nos servirán como acompañamiento y elemento decorativo del timbal.

    Retiramos el resto de la membrana interior de la carne externa de cada gajo. Una vez hayamos obtenido una especie de pétalos de la carne del tomate, cortamos en juliana muy fina y luego en perpendicular, para obtener unos cubitos muy finos de la carne del tomate, llamados tomate concassé.

    03: Aliñamos el aguacate 

    Añadimos el tomate a los dados de aguacate. Picamos una cebolla roja o morada en brunoise, y se lo añadimos también. Añadimos también unas gotas de tabasco o salsa picante y, si queremos, un poco de cilantro picado o la hierba aromática que más nos apetezca.

    Salpimentamos generosamente, añadimos un buen chorro de zumo de limón o lima para evitar la oxidación y aportar también un puntazo de acidez que refresque el paladar, y removemos bien. Reservamos introduciendo los huesos del aguacate en la preparación, lo que ayudará a evitar todavía más la oxidación. Internet