lunes, 5 de julio de 2021

Los datos, el negocio dorado de las redes sociales

 

Los expertos advierten que en internet existe una máxima, «si algo es gratis es que el producto eres tú», lo que ilustra las sospechas crecientes sobre la actividad de las 'Big Tech', a las que la UE busca una nueva regulación y que incluso el padre de la WWW pone en entredicho

En plena incertidumbre por el devenir de las economías nacionales –y, por extensión, la mundial–, las empresas han visto cómo la pandemia de covid-19 ha impactado de lleno en su cuenta de resultados. Aerolíneas, cadenas hoteleras o gigantes relacionados con el sector turístico han sido las más golpeadas. Por el contrario, las más favorecidas han resultado las llamadas FAANG, acrónimo formado por el nombre comercial de las cinco grandes empresas tecnológicas cotizadas del índice Nasdaq en EE UU:Facebook, Amazon, Apple, Netflix y Google.

Las también llamadas 'Big Tech' han seguido haciendo caja pese al coronavirus:de abril a junio su facturación creció casi un 19% (243.614 millones de dólares) y sus ganancias otro 13,5% (39.835 millones). Y es que el confinamiento ha cambiado los hábitos de consumo de televisión, teléfono e internet de los hogares españoles. La CNMC ha analizado ese uso a través de plataformas 'online' de pago como Netflix, HBO o Amazon Prime Video.

Los resultados confirman el uso intensivo del móvil para conectarse a internet: nueve de cada diez internautas lo hace de manera habitual. También aparece por primera vez el altavoz inteligente como dispositivo de conexión y, al igual que el resto de ellos, genera un rastro de información que es monitorizado luego por las plataformas digitales y sirve para hacer nuestro perfil con oscuros fines comerciales.

Cada minuto se realizan 3,78 millones de búsquedas en Google (filial del emporio Alphabet), se suben 3.472 fotos en Facebook, se cuelgan 300 horas de vídeo en Youtube (propiedad de Google) y se venden 4.000 productos en Amazon. Unas cifras desorbitantes que han puesto en entredicho el poder y el propio negocio de los gigantes de Silicon Valley.

El documental de Netflix 'El Dilema de las Redes', que cuenta con declaraciones de ex altos directivos de las 'Big Tech', pone de manifiesto los problemas éticos y legales de estas plataformas. La falta de regulación les ha permitido alcanzar volúmenes de facturación inimaginables, con un negocio basado en el aprovechamiento económico de los datos. Según los expertos, en internet hay una máxima: «si algo es gratis es que el producto eres tú».

La Comisión Europea (CE) ha abierto consultas públicas en todos los Estados de la UE sobre la nueva regulación que pretende para las plataformas digitales, donde persigue establecer requisitos adicionales para «aquellas que desempeñen una función de 'gatekeepers' (controladores de la información)». Esa nueva Directiva (DSA) sustituiría a las normas que se aplican ahora a estas empresas derivadas de la Directiva de comercio electrónico, al creer que han quedado 'viejas'.

Una nueva plataforma libre

Incluso el padre de la World Wide Web (origen de la Red), Tim Berners-Lee, se ha propuesto reconducir a su retoño para que «los usuarios tengan el control de sus datos». Una aventura que ya ha lanzado con su 'startup' Inrupt a través de Solid, una ambiciosa plataforma de código abierto. Este famoso científico de la computación británico quiere obligar así a grandes multinacionales y Gobiernos a construir aplicaciones que respeten la privacidad –esa misma de la que Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, dijo en 2013 que ya no era «una norma social»–, a la vez devuelvan a los ciudadanos el poder sobre sus propias informaciones.

Dicha plataforma, desarrollada por el MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts) está ya en marcha y supondrá «un cambio fundamental que no solo recuperará la confianza de los usuarios en sus datos, sino que les ayudará a mejorar sus vidas», explica Berners-Lee en su blog. La idea de volver a un internet más justo y descentralizado lleva en la cabeza del padre de la web desde 2018. «De vez en cuando una gran red social deja caer al suelo una gran cantidad de datos privados –relata–. Hemos asumido en el pasado que tenemos que usar esas redes porque el mundo funciona de esa manera, pero esa idea está siendo desafiada desde varios frentes».

Los resultados confirman el uso intensivo del móvil para conectarse a internet: nueve de cada diez internautas lo hace de manera habitual. También aparece por primera vez el altavoz inteligente como dispositivo de conexión y, al igual que el resto de ellos, genera un rastro de información que es monitorizado luego por las plataformas digitales y sirve para hacer nuestro perfil con oscuros fines comerciales.

Cada minuto se realizan 3,78 millones de búsquedas en Google (filial del emporio Alphabet), se suben 3.472 fotos en Facebook, se cuelgan 300 horas de vídeo en Youtube (propiedad de Google) y se venden 4.000 productos en Amazon. Unas cifras desorbitantes que han puesto en entredicho el poder y el propio negocio de los gigantes de Silicon Valley.

El documental de Netflix 'El Dilema de las Redes', que cuenta con declaraciones de ex altos directivos de las 'Big Tech', pone de manifiesto los problemas éticos y legales de estas plataformas. La falta de regulación les ha permitido alcanzar volúmenes de facturación inimaginables, con un negocio basado en el aprovechamiento económico de los datos. Según los expertos, en internet hay una máxima: «si algo es gratis es que el producto eres tú».

La Comisión Europea (CE) ha abierto consultas públicas en todos los Estados de la UE sobre la nueva regulación que pretende para las plataformas digitales, donde persigue establecer requisitos adicionales para «aquellas que desempeñen una función de 'gatekeepers' (controladores de la información)». Esa nueva Directiva (DSA) sustituiría a las normas que se aplican ahora a estas empresas derivadas de la Directiva de comercio electrónico, al creer que han quedado 'viejas'.

Una nueva plataforma libre

Incluso el padre de la World Wide Web (origen de la Red), Tim Berners-Lee, se ha propuesto reconducir a su retoño para que «los usuarios tengan el control de sus datos». Una aventura que ya ha lanzado con su 'startup' Inrupt a través de Solid, una ambiciosa plataforma de código abierto. Este famoso científico de la computación británico quiere obligar así a grandes multinacionales y Gobiernos a construir aplicaciones que respeten la privacidad –esa misma de la que Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, dijo en 2013 que ya no era «una norma social»–, a la vez devuelvan a los ciudadanos el poder sobre sus propias informaciones.

Dicha plataforma, desarrollada por el MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts) está ya en marcha y supondrá «un cambio fundamental que no solo recuperará la confianza de los usuarios en sus datos, sino que les ayudará a mejorar sus vidas», explica Berners-Lee en su blog. La idea de volver a un internet más justo y descentralizado lleva en la cabeza del padre de la web desde 2018. «De vez en cuando una gran red social deja caer al suelo una gran cantidad de datos privados –relata–. Hemos asumido en el pasado que tenemos que usar esas redes porque el mundo funciona de esa manera, pero esa idea está siendo desafiada desde varios frentes».

'Nightingale', ejemplo del dominio de Google

El ecosistema de aplicaciones alrededor de Google, a la que Washington ha denunciado por prácticas de monopolio en búsquedas por internet y publicidad, hace que sepa casi todo de sus usuarios. En los últimos años, además, muestra especial interés en datos sobre la salud. A través del 'Project Nightingale' (Proyecto Ruiseñor), lanzó en 2019 una herramienta que busca «organizar» la información médica de millones de personas en EE UU.

Junto al grupo Ascension, uno de los mayores sistemas de salud norteamericanos, ha estado recopilando su historial médico completo. Se estima que unos 150 empleados de Google han tenido acceso a esos datos en 21 Estados del país. Google aduce que su objetivo es modernizar la industria de la salud, pero su herramienta ha despertado muchas voces críticas por las implicaciones éticas, aunque la compañía defiende que es totalmente legal.



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