El futuro de la monarquía española comienza hoy con la
proclamación de Felipe VI. Madrid se ha vestido de gala, el país es una
fiesta y los españoles, jóvenes y mayores, provistos con banderas y
gallardetes con los colores nacionales abarrotan los alrededores del
palacio de la Carrera de San Jerónimo para empezar a escribir
con letras capitulares una nueva página de la historia de España. El
ceremonial discurre sin prisa, pero sin pausa. Y, mientras el rey Juan
Carlos impone el Fajín de Capitán General al Rey en un solemne acto en
el salón de Audiencias del Palacio de la Zarzuela ante la emocionada
mirada de la reina Letizia y sus hijas, la Princesa de Asturias y la
infanta Sofía; la reina Sofía, la infanta Elena y Felipe de Marichalar,
el Hemiciclo acaba de llenarse con un continuo goteo de invitados.
Una marea de vítores aplausos y ovaciones inunda toda la Carrera
de San Jerónimo anunciando la llegada al Congreso de los Diputados de
Su Majestad, vestido con el uniforme de gran etiqueta del
Ejército de Tierra, el fajín de Capitán General, el Toisón de oro, la
Gran Cruz del Collar de la Orden de Carlos III y las Grandes Cruces del
Mérito Militar, Naval y Aeronáutico, y de su familia, la ya reina
Letizia, impecable de blanco con un abrigo y vestido en crepe con
bordado degradé y microcristales de Felipe Varela, uno de sus
diseñadores favoritos, y sus hijas, la Princesa de Asturias y la infanta
Sofía, primorosamente vestidas con idénticos vestidos brocados en tonos
pasteles, rosa y verde.
Les reciben el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy; el Presidente
del Congreso, Jesús Posada, y del Senado, Pío García Escudero y
tras
los protocolarios saludos en las que las niñas han dado muestra otra
vez de su dominio protocolario, les rinden los honores preceptivos la
Agrupación de Honores, al mando de un teniente coronel del Ejército del
Aire, a las que las multitudes asisten henchidas de orgullo. El Rey, a
continuación, ha pasado revista a la formación, acompañado por el jefe
de Estado Mayor de la Defensa, almirante Fernando García Sánchez, el
general jefe del Cuarto Militar del Rey, Antonio de la Corte, y el jefe
de la Fuerza, el teniente coronel del Ejército de Aire.
Los Reyes dedican a todos los españoles congregados los
instantes previos a la solemne proclamación, a los que saludan
largamente para perderse abrazados junto a sus hijas en el interior del
palacio.
El rey Felipe VI, la reina Letizia y las pequeñas
acceden al Congreso de los Diputados por la Puerta de los Leones, que
sólo se abre en las grandes ocasiones. Atraviesan el salón de los Pasos
Perdidos y se detienen a saludar a los poderes políticos y, a
continuación, irrumpen en el Hemiciclo de la mano, como han hecho en sus diez años de camino hacia el trono, ante los 325 diputados y los 259 senadores de la presente legislatura y ante los miembros de la Familia Real y del Rey. La
sala les recibe con un largo minuto y medio de aplausos, que el nuevo
soberano agradece emocionado, asintiendo y extendiendo los brazos hacia
la audiencia en señal de recíproca gratitud para finalmente, conmovido por la larga ovación, pedir con un gesto de manos que por favor terminara.
Ha abierto la sesión el Presidente del Congreso, Jesús
Posada, con un discurso introductorio en el que, además de referirse al
nuevo Monarca, a la nueva Reina y al brillante progreso de España, ha
hecho una destacada mención al rey Juan Carlos y otra a la reina Sofía, ambas interrumpidas por nuevos aplausos. Doña
Sofía ha agradecido a los presentes la ovación primero con repetidas
inclinaciones de cabeza y después poniéndose en pie. A su lado, su hija
mayor, doña Elena, que contagiada por la entusiasta muestra de admiración y respeto hacia su madre, también se
ha levantado y ha cedido a la emoción, mientras los nuevos Reyes desde
el estrado se unían a este aplauso unánime en reconocimiento a los
gloriosos 39 años de servicio a España y a todos los españoles de doña
Sofía.
El momento más solemne de la ceremonia, la jura y
proclamación de Felipe VI, ha arrancado nuevas lágrimas a la infanta
Elena y a muchos de los presentes. En un acto solemne, don
Felipe, con la mano derecha sobre la Carta Magna, presta juramento “de
desempeñar fielmente sus funciones, guardar y hacer guardar la
Constitución y las leyes y respetar los derechos de los ciudadanos y de
las Comunidades Autónomas”. Y el Presidente del Congreso, Jesús
Posada, le ha proclamado soberano con estas palabras: "En nombre de
las Cortes Españolas y la Constitución, manifestamos a la
Nación española que queda proclamado Rey de España Felipe de Borbón y
Grecia que reinará con el nombre de Felipe VI. ¡VIVA EL REY!, ¡VIVA
ESPAÑA!". La emoción ha barrido el Hemiciclo del palacio de las Cortes y
el nudo de la garganta se ha deshecho en lágrimas a muchos de
los asistentes en tan histórico momento.
Desde anoche todo estaba ya preparado en el interior del palacio
de las Cortes para brillar en todo su esplendor en esta histórica
jornada. Los sillones dorado y rosa del Patrimonio Nacional
para los nuevos Reyes y las dos sillas para la nueva Princesa de
Asturias y la infanta Sofía en el estrado; los sillones para los
ministros y los senadores y diputados; los sillones en la tribuna de
invitados para la reina Sofía, la infanta Elena y las infantas Pilar y
Margarita, así como familiares de doña Letizia; al otro lado del
escenario, sobre el túmulo, descansaban los atributos seculares de la realeza: la corona y el cetro,
que simbolizan la Monarquía española y que han estado presentes en las
sesiones de juramento y proclamación de los soberanos desde Isabel II
hasta Juan Carlos I. Y ahora también en la de Felipe VI. La corona, de
plata sobredorada, sin pedrería y de uso decorativo, data de los tiempos
de Carlos III, pesa alrededor de un kilo y lleva los emblemas de los
distintos Reinos que formaron España. La pieza, que pertenece a
Patrimonio Nacional y se custodia en el Palacio Real, fue vista por
última vez en enero de 1980, con motivo del traslado de los restos de
Alfonso XIII a España y su enterramiento definitivo en el monasterio de
El Escorial. Y el cetro –un bastón de mando con casi setenta centímetros
de largo-, dotado de carácter simbólico, ha sido considerado como un
trabajo centroeuropeo del siglo XVII, de autor desconocido por carecer
de marcas.
Tras la jura de Felipe VI, el nuevo monarca ha
pronunciado su primer discurso como Rey, el más importante de toda su
vida, que ha estado preparando con esmero en las vísperas de su
proclamación y en el que ha dado a conocer el Rey que será avanzando las principales líneas de su reinado. Felipe VI se ha presentado como un Rey Constitucional orgulloso de su país:
"Inicio mi reinado con una profunda emoción, consciente de la
responsabilidad que supone. España es una gran nación en la que creo, a
la que quiero. Una gran nación en la que creo, a la que quiero y a la
que admiro; y a cuyo destino me he sentido unido toda mi vida, como
Príncipe Heredero y -hoy ya- como Rey de España". No han faltado referencias al proyecto de concordia nacional de su padre el rey Juan Carlos:
"Mi padre apeló a los valores defendidos por mi abuelo el Conde
Barcelona y nos convocó a un gran proyecto de concordia nacional que ha
dado lugar a los mejores años de nuestra historia contemporánea. Don
Juan Carlos construyó los cimientos de un edificio político que logró
superar diferencias que parecían insalvables, conseguir la
reconciliación de los españoles". No se ha olvidado tampoco de su madre,
la reina Sofía -“su dedicación y lealtad al rey Juan Carlos, su dignidad y sentido de la responsabilidad,
son un ejemplo que merece un emocionado tributo de gratitud que hoy",
que ella le agradece lanzándole un beso al aire desde la distancia; ni de sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía,
que sonríen tímidamente ante su mención y los aplausos del hemiciclo y
de su madre, doña Letizia, siempre orgullosa y pendiente de las niñas.
“Todo tiempo político tiene sus nuevos retos” ha
dicho y ha aludido a las víctimas del terrorismo, a los estragos de
la crisis y a su fe en la unidad de España: "Quiero reafirmar,
como Rey, mi fe en la unidad de España, de la que la Corona es símbolo.
Unidad que no es uniformidad. En esa España, unida y diversa, basada en
la igualdad de los españoles, en la solidaridad entre sus pueblos y en
el respeto a la ley, cabemos todos. En esa España, caben todos los
sentimientos y sensibilidades, caben las distintas formas de sentirse
español". En definitiva, "una monarquía renovada para un tiempo nuevo". El nuevo Soberano acaba su discurso agradeciendo la atención en los cuatros idiomas oficiales
(en castellano, catalán, euskera y gallego) en España: “Muchas gracias.
Moltes gràcies. Eskerrik asko. Moitas grazas”, al que ha seguido
aplauso de un minuto y cuarenta y seis segundos.
Ha concluido la solemne ceremonia: todos aplauden y los
protagonistas se relajan. A los acordes del Himno Nacional, los Reyes
acompañados por la nueva Heredera y la infanta Sofía abandonan el
Hemiciclo. Tras ellos, el resto de invitados. Los recién proclamados
Reyes y sus hijas despiden uno por uno a sus invitados antes de salir y de que el reino estalle en vítores, felicitaciones y honores
para rendirles tributo en un desfile militar desde la escalera de la
Puerta de los Leones hasta el Palacio Real, donde saludarán desde el
balcón principal y junto a los Reyes don Juan Carlos y doña Sofía. La
histórica jornada de hoy tendrá como broche de oro a las 13:00 horas una
recepción a una representación de la sociedad civil española en el
Palacio Real.
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