sábado, 19 de marzo de 2022

Cuando no te aman, pero tampoco te dejan ir

 Estar en una relación donde no te quieren, pero tampoco te dejan ir es una de las experiencias más desgastantes que podemos atravesar. Es por ello que a continuación te enseñamos por qué ocurre esta situación y cómo podemos superarla.

El amor siempre nos plantea encrucijadas, aunque muchas de ellas sean felices laberintos. Sin embargo, a veces esas confusiones no son tan gratificantes. Por ejemplo, cuando estás frente a una de esas personas que no te aman, pero tampoco te dejan ir.

Por un lado, sientes que esa persona no está realmente interesada en ti. No permanece al tanto de tus necesidades, ni hace mayor esfuerzo por hacerte feliz. Sin embargo, por otro lado, cuando se llena la copa y anuncias tu intención de terminar la relación, salta inmediatamente y te hace cientos de promesas porque asegura que no quiere perderte.

Este tira y afloja es desconcertante. A veces llegas a pensar que quizás quien está confundido eres tú. Pese a ello, vuelves rápidamente a ver señales de que no te aman. Y el ciclo comienza de nuevo. ¿Qué hacer ante esta situación tan angustiante?

Cómo saber que no te aman

El amor siempre genera alguna dosis de sufrimiento. Pero si es sano, debe generar muchos más momentos de bienestar que de aflicción. También debe estar basado en la claridad, aunque esto no excluya dudas o contradicciones, de vez en cuando. En síntesis, el amor tiene que hacerte básicamente feliz.

Partiendo de esa idea, puedes darte cuenta de que no te aman cuando es más la zozobra que la calma. Cuando pasas más tiempo sufriendo las ausencias y las incomprensiones, que disfrutando de tu pareja. Cuando te detienes un momento a pensar y te das cuenta de que ya no sabes qué es tener paz interior. Que todo el tiempo sientes huracanes en tu corazón.

No te aman cuando no te prestan suficiente atención. También cuando pasan por alto tus necesidades y tus sentimientos. O cuando los minusvaloran, rechazan o los critican. Siempre es fácil saber cuando no te aman. Lo difícil es terminar de aceptarlo y tomar decisiones frente a ello.

¿Por qué no te dejan ir?

Lo que siempre termina desconcertándote es que a pesar de que no te aman, tampoco el otro se decide a dejarte ir. Eso te confunde. Si amas a esa persona terminas convenciéndote de que también eres amado, aunque de forma extraña. Prueba de ello es que no admiten que termines la relación. Esto es muy engañoso. Pero, ¿por qué ocurre?

  • Una necesidad egoísta. La otra persona sabe que no te ama, pero también siente que te necesita. Quizás no sabe lidiar con la soledad y no ha encontrado una nueva pareja. Si lo hace, no dudará en terminar contigo
  • Posesividad y egocentrismo. Muchas personas no toleran la idea de que alguien vaya a ocupar su lugar. Asumen que su pareja es como una posesión que no deben perder. El temor de que vayas a conseguir una nueva pareja y les generes una herida narcisista es lo que no permite que te dejen ir.
  • Falta de madurez. Quizás lo que ocurre simplemente es que la otra persona no tiene idea del significado de amar a los demás. Le gusta que le amen, pero no sabe cómo corresponder
  • Lo común a todo esto es que se trata de una posición egoísta. La pareja pone sus propias necesidades por encima de las del otro. Por eso no le importa hacer daño con tal de no tener que asumir sus carencias o sus limitaciones.
  • Si estás en una situación como esta, lo aconsejable es que no dejes pasar más tiempo sin poner las cosas en orden. De una relación tan asimétrica no puede salir nada bueno. Todo lo contrario. Lo usual es que todo comience a problematizarse cada vez más, generándote muchos malos ratos, además de inseguridades y estancamiento.

    Lo primero es analizar la situación y definir si en realidad no te aman. No te dejes llevar por el victimismo. Simplemente reflexiona y determina si tu pareja realmente se interesa en ti y enriquece tu vida. Si no es así, lo mejor es proponer un diálogo franco. Exponer las razones propias y tratar de entender las razones ajenas. Es posible que la otra persona ni siquiera entienda por qué actúa como lo hace.

  • Lo que sigue es dejar ir a esa persona. Borrarla de tu vida, empleando para ello todos los mecanismos que tengas a tu alcance. Una relación así no vale la pena. Te daña, te limita y puede terminar hasta enfermándote. Si sientes que es imposible terminar, que no toleras el dolor de hacerlo, es hora de que pidas ayuda. Lo tuyo no es amor. Hay algo más de fondo.






¿Cómo es una mente antidepresiva?

 La depresión es una de las dolencias más extendidas que afecta a muchas personas, muchas de las cuales se encuentran a nuestro alrededor.

Es un problema silencioso que, muchas veces, no logramos distinguir al no manifestarse abiertamente. Incluso, podemos criticar a aquella persona con depresión por presentar un comportamiento cambiante que nos irrita y nos confunde.

La depresión se manifiesta a veces por una predisposición genética que provoca que la padezcamos sin poder evitarlo. Es muy posible que si tus padres han padecido depresión, tú o tus hijos os encontréis más sensibles para poder tenerla.

Pero, hay ciertas personas que tienen unas mentes antidepresivas. Personas que no conocen lo que es sentirse triste sin saber por qué, ni que no puedas levantarte de la cama y hacer tus tareas diarias.

Cuando no sabes qué es la depresión

Cuando no sabes qué es la depresión, tu vida es mucho más feliz y positiva. Los cambios de ánimo no forman parte de ti, desconoces qué es tener un bajón y no poder salir de casa por estar triste y deprimido.

Las personas con una mente antidepresiva saben perfectamente lo que es ser positivo. Aunque también pasan por sus propias experiencias negativas, su camino no presenta baches ni parones. Es un continuo andar hacia adelante siempre, pase lo que pase.

También, poseen un ánimo estable. No cambian de la alegría a la tristeza en tan solo unos minutos. Para ello, necesitan de un estímulo más fuerte o de una circunstancia inesperada, que los coja de sorpresa. Una situación mínima no les afecta en su estado de ánimo como sucedería en una persona depresiva.

Igualmente, son personas muy seguras. Las personas depresivas poseen un montón de inseguridades, de dolor acumulado y de tristeza guardada que tarde o temprano aflora. Pero, las personas antidepresivas no saben qué es esto.

Ellas saben perfectamente cuáles son sus debilidades y cuáles sus fortalezas. Los comentarios que puedan dañarles no las hunden como les ocurre a las personas depresivas.

Además, las personas antidepresivas no se plantean nunca ni entienden cómo alguien puede intentar quitarse la vida o autolesionarse. Para ellas, esto es algo totalmente improbable, algo que en ningún momento sopesan como una opción válida.

Los errores son parte de mi crecimiento

Las personas con mente antidepresiva saben perfectamente que los errores les ayudan a crecer, que son una parte fundamental para aprender y progresar en la vida.

Equivocarse es fundamental, cometer errores es importante. Si esto no sucede en tu vida es que no estás haciendo nada, por lo tanto, tu vida no avanza, sino que se estanca.

¿Puede una persona depresiva aplicarse estos consejos? Claro que sí, pero le resultará difícil controlarse cuando el bajón la aceche y la deje en casa sin ganas de salir.

Una mente depresiva no es igual a una que no lo es. Aunque con fuerza de voluntad podemos hacer que los momentos propios de la depresión se sucedan de forma más esporádica.

Si quieres alimentar una mente antidepresiva, debes tener en cuenta ciertos aspectos que toda mente antidepresiva sabe y fomenta:

  • Háblate siempre en positivo, nunca en negativo.
  • Abre tu mente. Las personas depresivas tienden a cerrarse, a ser rígidos y tener creencias erróneas. Cambia tu mentalidad y hazle frente a la depresión. Sé flexible.
  • Haz relaciones sociales positivas, rodéate de gente positiva. Es imposible caerle bien a todo el mundo, pero seguro que le caes bien ¡a mucha gente!
  • Vive tu vida con pasión y energía.

Estos consejos te ayudarán a lidiar con la depresión y convertir tu mentalidad en una mentalidad antidepresiva. Aunque nunca podrás eliminarla por completo, porque tu mente está predispuesta a ser depresiva, al menos podrás luchar contra ella e intentar evitar muchos de los síntomas que te afectan.

Si eres una persona con una mente antidepresiva ¡enhorabuena! Serás un modelo a seguir para todos aquellos que lidian cada día con la terrible depresión. Un problema grave que ellos no han elegido.






características de las personas sinceras

 ¿Qué configura el carácter de una persona sincera? ¿Cuáles son las motivaciones de la honestidad? En este artículo responderemos a estas y otras interesantes preguntas.

¿Qué configura el carácter de una persona sincera? ¿Cuáles son las motivaciones de la honestidad? En este artículo responderemos a estas y otras interesantes preguntas.

Todos valoramos la sinceridad, y nos gusta relacionarnos con personas sinceras que expresen realmente lo que piensan, siente y son. Este valor es tan importante como necesario es las relaciones interpersonales. Una duradera y enriquecedora se basa, en gran medida, en la honestidad.

Ser sincero tiene que ver más con la honestidad que con la verdad. Al mismo tiempo, suele demandar valentía y generosidad. En este artículo, describiremos las principales características de las personas que se enfrentan a los obstáculos con esta actitud vital.

¿Cómo es una persona sincera?

Una persona sincera tendrá que evitar la tentación de la mentira, pues en muchas ocasiones, salirnos de manera consciente del relato de la realidad puede darnos una buena cosecha de benéficos a corto plazo.

Por otro lado, hablamos de una persona “mayoritariamente sincera”, ya que sería una tarea utópica intentar encontrar a alguien que nunca, ya sea por un motivo u otro, haya contado una mentira.

Al mismo tiempo, la sinceridad como patrón suele dar lugar a una actitud abierta ante la experiencia. La persona sincera no solo es honesta con los otros, también lo es consigo misma. Por eso, su manera de ver y vivir la vida la lleva a contemplar cada situación de una manera más ajustada.

Las personas sinceras son poco sensibles a las circunstancias a la hora de elegir entre verdad o mentira. Decir la verdad para ellas es algo central. Entienden que la honestidad difícilmente se puede negociar. Por ello, los demás las ven como personas en las que pueden confiar.

Buena parte de la honestidad, o de su ausencia, se basa en la comunicación. Por eso, precisamente son tan importantes las habilidades sociales; toda una caja de herramientas cognitivas que favorecen comportamientos que dignifican a los demás.

Una de estas habilidades es la asertividad, mediante la cual la persona sincera expresa lo que piensa, por encima de que el viento sople o no a favor.

En ocasiones, las personas dicen la verdad sin tener en cuenta cómo se sentirá la otra persona, sin “ponerse en su lugar” (empatía). Así no se trata ser sincero, sino de buscar la manera de que esa verdad cause el menor daño posible. La cuestión no es de contenido, es de forma, y lo que le da forma precisamente a nuestra forma de actuar en entornos sociales son las habilidades sociales.

La inteligencia emocional es clave en la vida de toda persona sincera, pues mediante ella es capaz de identificar, regular y expresar, asertivamente, sus emociones. De igual forma, esta le permite reconocer las emociones ajenas.

Las personas sinceras ven las cosas como son y actúan para modificar aquello que sea posible.

Las personas sinceras aceptan lo que la vida les ofrece, tanto lo bueno como lo malo. Cuando hablamos de aceptación nos referimos a la capacidad de reconocer lo que sucede sin resistirse. Es permitir que cada cosa sea como es, como aparece.

Esto no quiere decir que los sinceros sean pasivo o personas resignadas. Eso no es aceptación. La aceptación es ver las cosas como son y actuar de manera activa sobre ellas para cambiarlas, en caso de ser posible.

Las personas sinceras aceptan la vida porque de no hacerlo estarían negando la realidad de lo que está sucediendo. Sería un autoengaño pretender vivir de acuerdo con lo que no es. Así, las personas sinceras salen al encuentro de la vida y en medio del dolor o del gozo, reconocen lo que sienten y lo que piensan. En otras palabras, son honestas con ellas mismas y con la vida.

Uno de los grandes atractivos de la sinceridad es la disonancia cognitiva -o, mejor dicho, su ausencia-. Las personas solemos contar menos mentiras de las que podríamos para, entre otros alicientes, evitar el malestar que nos produce vernos como personas poco honestas.

Así, en ocasiones, podemos preferir pagar el precio que pueda derivarse de la verdad antes que penalizar a nuestro autoconcepto.

La represión es un mecanismo de defensa que se utiliza para inhibir la experiencia o la expresión de sentimientos negativos o pensamientos desagradables. Las personas sinceras no suelen encapsular e ignorar su estado emocional. Son más partidarias de reconocer, expresar y aceptar lo que sienten.

Para terminar, ser una persona sincera no es nada fácil, requiere entrega, persistencia y un cambio en la manera de ser y estar en el mundo. La sinceridad es un compromiso con la verdad, con los demás y con uno mismo. Todos queremos relacionarnos con esta clase de personas, pero ¿nosotros somos sinceros con los demás?



Hijas que no recibieron amor: ¿cómo son sus relaciones afectivas?

 Las relaciones afectivas en las mujeres que no recibieron amor en su infancia pueden ser a menudo desafiantes. La sensación de abandono y de carencias emocionales les aboca, en ocasiones, a caer en relaciones de dependencia o en vínculos dañinos. Lo analizamos.

Muchas de esas hijas que no recibieron amor en la infancia viven en silencio su sufrimiento en la edad adulta. Desatención, abandono, padres o madres narcisistas… Son varias las dinámicas y realidades capaces de dejar heridas permanentes en el tejido psicológico infantil. Todas esas lesiones afectivas tempranas suelen tener su impacto posterior en el ámbito de pareja.

Como ya sabemos, la paternidad y la maternidad distan a menudo de ser perfecta, es cierto. Tanto es así, que más de uno podría dar su testimonio para demostrar que el cariño de una madre a veces puede ser condicional. También que el respeto de un padre hacia sus niños no siempre es tan ejemplar. No obstante, en este caso en particular, nos interesa comprender un hecho que suele despertar bastante interés.

¿Cómo son las relaciones de pareja en esas mujeres que sufrieron carencias por parte de su familia en la niñez? ¿De qué manera viven, sienten y manejan el amor en la edad adulta? Profundicemos en ello a continuación.

Hay un equipaje muy singular que llevan muchas hijas no amadas y que les acompaña hasta la edad adulta. Cuando sitúan la mirada en el retrovisor de la propia vida, lo que se aprecian casi siempre es un pasado lleno de decepciones, de vacíos profundos y rechazos afilados que dejaron heridas aún no cicatrizadas. Las personas creamos nuestros relatos vitales en base a experiencias previas.

Cuando esos modelos de los que nos nutrimos parten de una infancia de frialdad emocional, de desamor o incluso de maltrato psicológico, es común integrar esquemas distorsionados y hasta equivocados. Por ejemplo, muchas de estas hijas que no recibieron amor en su niñez pueden dar por válidos comportamientos abusivos por parte de sus parejas.

Lo hacen porque es lo único que han conocido. Aceptan el desprecio, el chantaje e incluso la manipulación emocional porque es lo que tuvieron desde bien temprano. No es fácil abrir los ojos a estas realidades. No es sencillo entender que el amor auténtico no funciona de ese modo y que todos debemos aspirar a algo mejor. Analicemos más características.

El apego inseguro en las hijas que no recibieron amor

Peg Streep es una autora estadounidense que lleva más de 20 años estudiando la realidad de esas mujeres que no fueron amadas por sus madres en la infancia. En su libro Daughter Detox nos explica algo interesante. Según ella, estas hijas se definen por desarrollar un apego inseguro, es decir, durante la niñez nunca supieron qué esperar de sus progenitores, en especial de la figura materna.

La inseguridad, la contradicción constante en la que a veces se recibe atención, la indiferencia y en algunas ocasiones la crítica y el desprecio puedem hacer que en la edad adulta se desarrollen alguno de estos tres patrones de comportamiento en el ámbito relacional. Son los siguientes:

  • Comportamiento afectivo ansioso-preocupado. Definido por experimentar inseguridad, así como ansiedad de manera constante en la relación afectiva, sentir miedo al abandono y al engaño, a que a la mínima van a sufrir una traición.
  • Desdeñoso-evitativo. En este caso, la mujer no quiere establecer relaciones sólidas, las evita porque prefiere mantener su independencia, tener el control sobre su vida y así, evitar sufrimientos.
  • Temeroso-evitativo. En este tipo de relación, las hijas que no recibieron amor en la infancia se convierten en adultas que desean tener pareja y disfrutar de la intimidad. Sin embargo, se sienten inseguras, temen experimentar el mismo dolor que en la niñez y no dudan en desaparecer o cortar la relación de un día para otro.

El desamor en la infancia hace que se integren ideas que no son ciertas

Pasar las primeras décadas de la vida bajo la estela de la carencia afectiva, del narcisismo materno y paterno, la crítica o el abandono hace que las hijas que no recibieron amor tengan unas ideas distorsionadas sobre las relaciones de pareja. Por término medio, suelen ser las siguientes:

  • El amor es una transacción. Hay que sufrir para recibir afecto, aunque sean migajas. A veces, hasta se normaliza el abuso, el desprecio, la manipulación.
  • Las emociones y las necesidades deben ocultarse. Si algo te duele o te decepciona debes guardarte para ti esa emoción. Asimismo, las propias necesidades, lo que quiere una no tiene importancia. Importa lo que quiere el otro.
  • El amor debe buscarse donde sea. La hija no amada carece de sentido de pertenencia a una familia de origen. Esa carencia, esa desubicación y falta de raíces la aboca a buscar un símil de afecto donde sea y con quien sea. De ahí que se corra el peligro de derivar en relaciones de dependencia.
  • Si fuiste una niña no amada, es posible que hayas gravitado durante mucho tiempo alrededor de personas que lejos de amarte como quieres y necesitas, te descuidaron como nadie merece. Y lo que mereces, es algo más que respeto y amor auténtico. Necesitas, antes de nada, reparar e incluso construir el tejido del amor propio y tu  autoestima.

    Por ello, ante estas situaciones es bueno plantearse las siguientes preguntas, cuestiones que deben invitarnos a profundas reflexiones:

    • ¿Necesito verdaderamente tener pareja ser feliz?
    • Lo que espero que me ofrezcan mis parejas ¿tiene algo que ver con las carencias que tuve en la infancia?
    • ¿Cuál ha sido, por término medio, la causa por la que suelo fracasar en el amor? ¿Qué he aprendido de esas experiencias?
    • ¿Qué es el amor para mí? ¿Esa idea que tengo es saludable, me ha beneficiado hasta el momento?
    • ¿Qué visión tengo de mí misma? ¿Hay algo que debería atender o resolver para sentirme mejor? ¿Lo he hecho hasta el momento?
    • Si pienso en mi infancia ¿qué emociones llegan hasta mí? ¿tristeza, ira, decepción, miedo…? Esas emociones y asuntos no sanados ¿de qué manera afectan a mis relaciones de pareja?

    Para concluir, son muchas las personas que vivieron infancias traumáticas. No obstante, la figura de las hijas no amadas por sus madres, por ejemplo, es un tema que se observa con frecuencia. No dudemos en solicitar ayuda experta ante estas situaciones si así lo consideramos.