miércoles, 5 de octubre de 2022

Proteínas vegetales: el 'boom' de las semillas, algas y brotes

 

Que la mayor fuente de proteínas es la carne ya es un mito desmentido y las de procedencia vegetal van a marcar nuestro futuro alimentario

El anuario Waitrose de Alimentación y Bebida suele dar cada año pistas las sobre nuevas tendencias que se mueven en el mercado y los cambios en los hábitos de alimentación. Toma como punto de partida los análisis de ventas de los supermercados, las encuestas entre consumidores y las predicciones de expertos en tendencias alimentarias.

 

Según sus estimaciones, uno de los hypes que se esperan en 2018 es el boom de las proteínas vegetales. Si 2017 fue el año de la comida ecológica y saludable, o de las compra de kits de comida casera gourmet a domicilio, 2018 será el año de la eclosión vegetariana y vegana. Es decir, ya no nos vale solo con tender a una alimentación orgánica, fresca y de proximidad, sino que buscaremos sustitutos y alternativas a las proteínas animales.

Según un estudio publicado en la revista Economía Ecológica, los beneficios de las proteínas vegetales no solo se limitan a la salud. El sistema cárnico está muy asentado en la cultura occidental, pero implica gastos económicos y contaminantes de gran magnitud. De ahí que este cambio en la tendencia y el crecimiento de la demanda sea una buena noticia tanto para la sostenibilidad medioambiental como para los bolsillos de los clientes, que ahora encuentran más opciones de alimentación vegetariana a precio económico.

Una investigación australiana que se remonta a 2006 descubrió que si no se había extendido antes la dieta vegetariana en Occidente -mientras que Oriente ha sido pionero desde hace siglos- era por falta de información sobre sus beneficios. Lo mismo sucede ahora con las proteínas vegetales.

 

Los mismos micronutrientes de las algas se encuentran en semillas como las de linaza o de chía

 

Algas como el kombu, nori y wakame se han ido introduciendo en la gastronomía occidental después del 'boom' de la restauración asiática. Las nuevas recetas y sabores de las proteínas vegetales aportan un bajo contenido en lípidos y calorías y alto contenido de amionácidos esenciales, vitaminas B1, B2, A y C, micronutrientes y minerales como fósforo, magnesio, hierro y potasio, ácidos grasos insaturados y fibra, que favorecen tanto el tránsito intestinal como la disminución del colesterol. Curiosamente, las últimas investigaciones han descubierto, además, nuevas propiedades antioxidantes en las proteínas vegetales que podrían mejorar nuestra alimentación.

 

“El desconocimiento es uno de los factores que más determina la actitud negativa de algunas personas ante la posibilidad de consumir algas como un alimento cotidiano. Es necesario superar muchos de los prejuicios y tópicos occidentales, y que su explotación, transformación y comercialización estén apoyadas por políticas coherentes”, señala la Fundación Española de la Nutrición.

Los mismos micronutrientes de las algas se encuentran en semillas como las de linaza o de chía, de la que se recomienda solo dos cucharas al día, diluidas en agua en forma de gachas o espolvoreada en ensaladas. Se añaden al listado de beneficios el ácido Omega 3, vitaminas E y K, que además de tener un efecto saciante ayuda a la pérdida de peso. Aunque aquí hay que tener en cuenta que los alérgicos a los frutos secos tienen muchas posibilidades de serlo también a la chía, y los diabéticos que estén controlando su nivel de azúcar en sangre deben consultar con su médico antes de consumirla para evitar la hipoglucemia.

 

El tofu, seitán, quinoa, amaranto o raíz de maca son otras fuentes de proteína vegetal que rozan el concepto de superalimento. Pero para quien esté introduciendo poco a poco cambios en alimentación y todavía no sepa cómo cocinar estos ingredientes… siempre le quedarán las fuentes tradicionales de proteína verde: un buen plato de guisantes o legumbres… y un puñado de frutos secos.




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