domingo, 2 de octubre de 2022

¿Por qué algunas personas sienten el dolor más que otras?

 Porque hay personas que aguantan más el dolor

Las estimaciones señalan que más del 60% de la variabilidad en la tolerancia al dolor proviene de factores hereditarios, o sea, genéticos. Dicho de manera simple, esto significa que la sensibilidad al dolor es hereditaria, como la complexión, el color de pelo o el tono de la piel

La clave parece estar en el ADN. Que alguien sienta más o menos dolor en ciertas circunstancias se debe a las variaciones genéticas. En concreto, al gen que codifica una proteína fundamental para transmitir la existencia o no de esas molestias.

Al igual que hay personas que con el más leve rasguño sienten un intenso dolor y no dudan en ir al médico para ver si la lesión es de gravedad, hay otras que resisten fuertes golpes sin sentir la más mínima molestia. Si bien antes al primer tipo de personas se le tildaba de quejica y al segundo de fortachón, ahora la ciencia ha determinado que no es cuestión de que uno sea más o menos duro, sino que viene configurado así en su mapa biológico.

Se ha descubierto recientemente que las variaciones en el umbral del dolor se deben a más o menos cantidad de variaciones en el gen SCN9A, al que algunos conocen como el gen del dolor’. Quienes padecen de insensibilidad congénita ante los dolores sufren una mutración en este gen, responsable de codificar el canal de sodio Nav1.7 de las células nerviosas, de tal forma que lo tienen totalmente bloqueado. Estos canales, que solo se encuentran en unos pocos genes, son los encargados de dar paso o no de las descargas eléctricas hacia las células. Es decir, ante un estímulo concreto, se abren más o menos con el fin de que pasen los iones justos para que el mensaje de dolor llegue hasta el cerebro.

Y esto no solo ocurre en aquellas personas que parecen no sentir el más mínimo dolor. Esta mutación también se da en quienes, a la mínima, sienten una enorme cantidad de él. Algunos de ellos padecen ertromelalgia y otros un trastorno del dolor extremo paroxístico. En ambos casos, ese canal de sodio se abre más de lo normal y eso provoca que lleguen más señales de dolor. Estas patologías son muy raras.

Por ello, el próximo reto al que se enfrentan los investigadores es dar con la fórmula para influir en ese gen y así evitar que se den ambos casos. Tratamientos personalizados no solo para aquellos que sufren fuertes dolores al más mínimo golpe, sino también para aquellos que parecen no sentir nada, ya que pueden provocar un sufrimiento mayor en su organismo al no detectarse a tiempo.




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