jueves, 20 de octubre de 2022

CAPÍTULO 03 y 04 de como está el planeta es interesante Mucha flor en primavera, buen otoño nos espera

 

Como si fuese una partida de jenga, ese juego que consiste en quitarle las piezas a una torre de madera hasta su caída final. Conforme progrese la partida, la estructura se tambaleará por primera vez. Poco a poco, según se retiran apoyos, los cimientos serán tan frágiles que los restos terminan por desmoronarse entre el estruendo de los participantes que, aunque conocedores del final, no frenaron cuando tuvieron oportunidad. La biodiversidad de nuestro planeta padece su particular jenga y, por ahora, evitamos el derribo. ¿De verdad queremos seguir con esta partida?

Mucha flor en primavera, buen otoño nos espera, advierte Chuty en la tercera estrofa de Dale calle a la huella. Porque un campo lleno de flores señala que ha llovido cuando tocaba y que la tierra está lista para recibir al otoño; entonces, los ciclos del planeta seguirán su curso. Los campos darán alimentos, las aves migrarán, los árboles cambiarán el color de sus hojas… Las manecillas del reloj planetario seguirán su curso y el orden simula prevalecer.

Esas flores son vida y, a veces, olvidamos que todo lo que nos rodea la tiene. Los bosques y los mares también respiran y albergan animales, insectos, anfibios o microorganismos interconectados en un delicado equilibrio ecológico. Es la biodiversidad: las múltiples variedades de vida interactúan en ecosistemas propios, como si de una red indivisible se tratase. Estamos ante un ciclo sin fin en el que el crecimiento y la evolución son recíprocos. La vida genera más vida, en resumen.

Aunque cada vez es más corto de lo que quisiera, lamenta Chuty en este punto de su freestyle. Si se continúa con la retirada o el daño a las piezas que sustentan la biodiversidad, los ciclos biológicos del planeta pueden saltar por los aires. Nada escapará a las consecuencias de estas alteraciones: desde los alimentos que consumimos hasta la temperatura del planeta. ¿Por qué? Por ejemplo, las abejas polinizan las plantas que luego nos dan café, fresas o mangos. Si desaparecen las abejas, nuestra alimentación sufriría un duro revés.

Por eso, salvaguardar la ingente biodiversidad del planeta para frenar la pérdida de especies animales y vegetales es un asunto prioritario. La Cumbre de la Tierra de la ONU en 1992 ya dejó constancia de la obligación de protegerla y cualquier entidad que aspire al liderazgo debe sumarse a este compromiso. Empresas como Naturgy sitúan el cuidado del medio ambiente en su estrategia y uno de los ejes de su Plan de Sostenibilidad, ‘Oportunidad de los retos medioambientales’, tiene entre sus líneas de acción el cuidado del capital natural.

Porque con el CO2 que expulsamos hacia fuera, cada vez es más difícil que la biodiversidad del planeta salga indemne. Si esto lo rapease Chuty en una de sus batallas de freestyle, su contrincante sudaría más de lo habitual para llevarle la contraria. Durante el último medio siglo se ha acelerado la pérdida de especies biológicas por el uso irresponsable de recursos o la contaminación, entre otras causas. Para intentar paliar este daño, Naturgy impulsa más de 300 iniciativas en esta dirección.

Por ejemplo, la reforestación de zonas degradadas de Galicia con especies autóctonas. Bautizado ‘Bosque Naturgy’, su objetivo es crear capital natural y contribuir a los ecosistemas de la zona. Un estudio de silvicultura previo recomendará las especies idóneas para ese entorno, que se plantarán mediante alveolos que garanticen el arraigo de los árboles. El proyecto contará con la certificación internacional FSC, que asegura que la gestión del bosque obedecerá a criterios de biodiversidad y repercutirá en la población local. Porque como dice el refrán, no es buena la casa que no tiene al lado bosque y río.

Estamos haciendo las estaciones más pasajeras, lamenta Chuty para poner punto y final a esta estrofa. Primaveras imperceptibles y veranos que se adelantan, campos sin insectos, paredes sin lagartijas… La desaparición de especies es una grave amenaza porque la diversidad biológica garantiza la fertilidad de la tierra o que se polinicen de manera natural las flores que luego nos alimentan. Por tanto, la pérdida de una sola especie disminuye las probabilidades del sistema para mantenerse.

Si hay un declive alarmante, es el de las abejas. Estos minúsculos insectos polinizan la mayor parte de las plantas que existen. El asunto es serio, porque las flores necesitan ser polinizadas para producir semillas. Un amplio porcentaje de nuestra dieta depende de este ciclo, pero también el alimento del ganado, la generación de biocombustibles o la obtención de fibras de algodón.

Dice el refranero que el que adelante no mira, atrás se queda. Idear estrategias que favorezcan la polinización de las plantas es clave para garantizar la biodiversidad. Varios estudios han señalado que las calles eléctricas y los gasoductos -que suelen ser espacios abiertos y muy soleados- pueden contribuir a la biodiversidad frente a la pérdida de hábitat natural. Así, se detectó que el número de especies de abejorros era el doble en calles eléctricas respecto a zonas de bosque cercanas. Por eso, Naturgy ya estudia integrar la gestión de la vegetación en estas instalaciones. Y si bien una tarde de jenga con seres queridos emociona a cualquiera, la particular partida con las piezas que sustentan la biodiversidad es preferible no acabarla. Que no olvidemos que hombre prevenido, vale por dos.

CAPÍTULO 04

Si la basura recogemos, nueva vida sembraremos

Los ‘peques’ de las familias seguro que lo recuerdan. Esa camisa del primo mayor o cómo la entrada en la adolescencia de alguna hermana o vecina las obligaba a deshacerse de sus vestidos en favor de la benjamina. La abuela que siempre utilizó el mismo abrigo “de buen corte” o ese “no se tira nada” que retumbaba en tantas casas. Sin saberlo, aplicaban algunos de los principios de la economía circular que ahora vuelven a rescatarse para frenar el cambio climático: reciclar y reutilizar para dar nueva vida a los objetos. Y eso que lo del usar y tirar, a los abuelos, nunca les convenció.

Dice nuestro refranero que ‘si la basura recogemos, nueva vida sembraremos’, reflexiona Chuty ya en la mitad de la letra de Dale huella a la calle. El freestyler constata que ya nuestros ancestros habían observado que casi todo puede tener una segunda oportunidad. Esta actitud en la vida implicaba el ahorro en tiempos de carestía y respeto por quienes no eran tan afortunados en lo material. Actitud desplazada por una economía de usar y tirar que alcanzó su mayor auge en la década de los 70 y 80 y nunca se detuvo a pensar que esa manera de consumir y producir dañaba el planeta. Y, ahora, ese no se tira nada de nuestros mayores empieza a tener cada vez más recorrido para frenar el cambio climático.

La economía circular se basa en reducir, reutilizar, reparar y reciclar. Sus postulados se encuentran presentes en la aprobación en 2015 de la Agenda 2030 y, junto con el Paquete de Economía Circular de la Unión Europea aprobado ese año, señalan la hoja de ruta futura a seguir en el continente. Entre las propuestas, la creación de un marco estratégico para impulsar nuevos modelos de negocio circulares, ya que la transformación incumbe tanto a las personas como a las empresas. Porque si no se aplica ningún cambio en el actual modelo productivo, la actual economía lineal desembocará en un aumento de la temperatura media entre 3 y 6º C respecto a los niveles pre-industriales a mediados del siglo XXI, afirmaba The Circle Economy en su balance Circularity Gap Report de 2021. Este informe es uno de los más reputados a nivel internacional.

Hasta el 40 de mayo no te quites el sayo, pero esto cada vez resulta más extraño escribe Chuty a punto ya de cerrar estrofa. Para evitar que se cumpla su predicción, repensarse es básico porque de los cobardes, nada se ha escrito. Por ejemplo, con la búsqueda de nuevos combustibles para desplazarnos o hacer funcionar la industria. En este escenario aparecen opciones como el gas renovable a partir de biomasa o residuos orgánicos. Naturgy ya apostó por esta vía hace años, convencido de que la gestión eficiente de los residuos abría la puerta a otras formas de generar energía. De hecho, marcó un hito en la transición energética de España con la primera inyección el pasado año de gas renovable procedente de vertedero en la red de distribución en su planta del Parc de l’Alba de Cerdanyola del Vallés, en Barcelona.

Casi todo se puede volver a utilizar, insistimos, incluso los parques eólicos. Entre 2023 y 2028, se prevé desmantelar 10 GW de proyectos eólicos solo en España. Por eso, Naturgy y Ruralia se han aliado para reacondicionar y reciclar todo lo que sea posible esos equipos. Materiales y turbinas que pueden volver a venderse; o poner en marcha procesos para recuperar la fibra de vidrio de palas, cubrebujes y capotas. Economía circular en estado puro.

Ya que debido al calentamiento global, cada vez hay más verano a lo largo del año, concluye Chuty. Solo queda trabajar para evitarlo y la apuesta por la transición energética es una de las principales bazas. Ejemplo de ello es el desmantelamiento de la central térmica de Anllares, iniciada en el verano de 2019. Durante cuatro décadas, los 61 metros de altura y sus 8.200 toneladas de la caldera destacaron en el paisaje del corazón del Bierzo. Enclavada en Páramo del Sil (León), su voladura concluyó el 6 de mayo de 2021. A partir de esa fecha, se inició la recogida de los residuos de hormigón y de la estructura metálica tras ser derruida. Según los cálculos, se recuperarán 8.000 toneladas de acero y 140 de aislamiento para su posterior reciclaje.

Frenar el aumento de la temperatura del planeta es un reto complejo que concierne a la humanidad. Asumida esta idea, toca remangarse y ponerse manos a la obra. Abrir los ojos y estudiar las nuevas posibilidades de esa tela, de ese bote, llevar siempre la bolsa de rafia al súper, consumir menos ropa… son pequeñas iniciativas que suman y todos podemos asumir. Nuestros abuelos, sin duda, las hubiesen bendecido. ¿Cómo dudar, entonces, de su efectividad?

Ya que debido al calentamiento global, cada vez hay más verano a lo largo del año, concluye Chuty. Solo queda trabajar para evitarlo y la apuesta por la transición energética es una de las principales bazas. Ejemplo de ello es el desmantelamiento de la central térmica de Anllares, iniciada en el verano de 2019. Durante cuatro décadas, los 61 metros de altura y sus 8.200 toneladas de la caldera destacaron en el paisaje del corazón del Bierzo. Enclavada en Páramo del Sil (León), su voladura concluyó el 6 de mayo de 2021. A partir de esa fecha, se inició la recogida de los residuos de hormigón y de la estructura metálica tras ser derruida. Según los cálculos, se recuperarán 8.000 toneladas de acero y 140 de aislamiento para su posterior reciclaje.

Frenar el aumento de la temperatura del planeta es un reto complejo que concierne a la humanidad. Asumida esta idea, toca remangarse y ponerse manos a la obra. Abrir los ojos y estudiar las nuevas posibilidades de esa tela, de ese bote, llevar siempre la bolsa de rafia al súper, consumir menos ropa… son pequeñas iniciativas que suman y todos podemos asumir. Nuestros abuelos, sin duda, las hubiesen bendecido. ¿Cómo dudar, entonces, de su efectividad?



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