viernes, 16 de agosto de 2019

Dialogo interno

vale la pena recordar lo que nos decía un viejo proverbio chino:
Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras. 
Atiende tus palabras, porque se convertirán en tus actos.
Cuida tus actos, porque se convertirán en tus hábitos.
Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino.
El modo en que te hablas a ti mismo te define. Si lo haces con desprecio, cuestionando tu potencial y creyéndote menos que los demás, te estarás convirtiendo en tu peor enemigo. Al fin y al cabo, bienestar también es hablarnos con amor y delicado respeto

El diálogo interno cambia tu cerebro. Esa charla cotidiana que tienes contigo mismo puede fortalecer un gran número de áreas cerebrales para ayudarte a manejar mejor el estrés, regular tu estado del ánimo o ayudarte incluso a ser más resolutivo. Por el contrario, el habla negativa que desgasta puede llevarte sin duda a estados muy debilitantes y perjudiciales.
Por el contrario, para nosotros mismos podemos ser a veces el peor enemigo. Nuestro diálogo interno resuena a menudo con frases como: «¿cómo has sido capaz de decir semejante tontería? Eres torpe». «Ni te atrevas a intentar eso otro, eres un inútil en esos temas y lo sabes», «fíjate en lo que ha pasado hoy, siempre te equivocas, siempre estás cometiendo un fallo tras otro».
Somos lo que nos decimos a nosotros mismos y, en ocasiones, llevamos una vida entera conviviendo con una voz interna que se alza como el peor maltratador de todos. No es fácil cambiar ese discurso interno cuando llevamos tanto tiempo haciéndolo. No obstante, es necesario hacerlo por una razón evidente: el diálogo interno negativo modifica el cerebro y hace queseamos más vulnerables a los trastornos de ansiedad y la depresión
El impacto del diálogo interno en nuestra conducta y personalidad es un tema que siempre ha interesado a los psicólogos. Sabemos, no obstante, que en los últimos años abundan los libros y las publicaciones sobre autoayuda y desarrollo personal que nos animan a cuidar esta dimensión. Sin embargo, es interesante saber que el tema del discurso interno cuenta con estudios que datan de principios del siglo XX.
Fue de hecho, Lev Vygotsky, célebre psicólogo ruso, quien se preguntó por primera vez si el cerebro usa los mismos mecanismos cuando la persona habla en voz alta que cuando lo hace en silencio y para sí mismo. La respuesta a esta pregunta no puede ser más curiosa: diversos estudios nos demostraron que cuando mantenemos esas charlas internas tan comunes se activan áreas como el giro frontal inferior izquierdo (área de Broca) presentes también cuando nos comunicamos en voz alta.
El discurso interno es, por lo tanto, un fenómeno complejo y multifacético, tanto que deberíamos ser más conscientes sobre cómo afecta a nuestro cerebro y a nuestra salud psicológica. Un ejemplo, Charles Fernyhough psicólogo de la Universidad de Durham, en Reino Unido, nos explicó en su libro Voces Internas, que esa charla interna genera cerca de 4.000 palabras por minuto. Es decir, el diálogo interno trabaja 10 veces más rápido que el habla verbal.
Por tanto, todo lo que acontece en nuestra mente, cada idea, pensamiento, autoinstrucción y aseveración, tiene en nosotros un impacto enorme; tanto positiva como negativamente.
John H. Krystal, editor de la revista científica Biological Psychiatry y profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale, llevó a cabo un estudio donde demostrar el impacto de las emociones en nuestro cerebro. Algo que puso en evidencia cómo el diálogo interno negativo y persistente debilitaba múltiples estructuras neuronales haciendo a las personas mucho más vulnerables al estrés
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