jueves, 11 de abril de 2024

¿Sabías que los ojos azules no existen? Te explicamos por qué

 

Ojos azules

Ojos azules 

Puede parecer extraño, hay ojos que percibimos como azules, pero no lo son, pues no disponen de pigmentos de ese color.

asta con observar a quienes nos rodean para comprobar la gran variedad en el color de ojos, específicamente, del iris, la parte pigmentada del ojo que rodea la pupila. El más común es el marrón, de distintos tonos y matices. Hace decenas de miles de años toda la humanidad tenía los ojos marrones, el resto de los colores surgió por evolución, como mutaciones posteriores.

Mucho menos frecuentes son los ojos verdes, que pueden llegar a grisáceos, y los azules, también con variantes más claras o más intensas. El azul, con una frecuencia de entre el 8 y el 10 % de la humanidad, es más común que el verde, que apenas lo presenta entre el 2 y el 5 %.

Hay casos excepcionales, como los famosos ojos color violeta de Elisabeth Taylor, aunque en realidad no eran violeta sino de un azul muy intenso que, con la luz adecuada, parecían adquirir un tono violáceo. Algo similar sucede con los ojos negros, que en realidad son marrones muy oscuros, y que aparentan ser negros cuando no hay suficiente luz para apreciar el matiz.

En general, por lo tanto, se puede decir que hay tres tipos de ojos por su color: marrones, verdes y azules, con abundantes variaciones de cada uno de ellos. Pero, si esto es así, ¿por qué decimos que no existen ojos azules?

Los ojos azules no son azules

Antes de continuar, aclaremos el concepto. Existen ojos que llamamos azules, y cuyo íris se percibe como azul. Pero no son realmente azules, no hay un pigmento azul que aporte ese color a los ojos. Para entender esto, es necesario comprender cómo se compone el color de los ojos, y qué entendemos por ‘color’.

El color de un objeto está determinado por la luz que refleja. Un objeto que refleja todo el espectro de forma uniforme se percibe blanco, mientras que uno que absorbe toda la luz es negro. Cuando un objeto absorbe parte de la luz, por ejemplo, por efecto de un pigmento, y refleja otra parte, lo percibimos del color de la luz reflejada: las hojas de los árboles, por ejemplo, son normalmente verdes, porque el pigmento de que disponen, la clorofila, absorbe la luz roja y azul, y refleja la luz verde, que llega a nuestros ojos.

El color de ojos es un rasgo genéticamente determinado, en el que intervienen hasta 16 genes, responsables de controlar la producción de melanina en el iris. La melanina es el pigmento que aporta el color, el mismo que tenemos en la piel y el pelo. Existen dos tipos principales de melanina. La eumelanina más oscura —absorbe más luz— que aporta un color marrón, y la feomelanina más clara —absorbe menos luz— que aporta tonos ocres. En el íris se da una mezcla de ambos pigmentos.

La cantidad de melanina en un tejido determina la intensidad del color, mientras que la composición relativa de eumelanina y feomelanina determina el tono. Por ejemplo, en los ojos color avellana domina la eumelanina, pero si el pigmento mayoritario es la feomelanina, el color del ojo adquiere un tono más parecido a la miel.

Evidentemente, los ojos azules tienen muy poca cantidad de melanina. Se podría pensar —y de hecho, antiguamente se pensaba— que, a cambio, el iris de una persona con ojos azules tendría algún pigmento que le confiera el color azul, así como la melanina confiere el color marrón. Pero no existen pigmentos azules en los ojos.

Por eso decimos que los ojos que vemos como azules no son realmente azules. Y por eso, entendiendo el color de este modo, el titular es correcto. No existen ojos azules, porque no hay ojos con pigmentos de ese color.

¿Por qué los ojos azules se ven azules?

El iris del ojo tiene dos capas. La capa posterior o epitelio pigmentario, que contiene siempre melanina —en los ojos de cualquier color—. Pero la que marca la diferencia es la capa más superficial o estroma, compuesta por fibras que pueden estar o no cargadas de pigmento. En los ojos marrones, las fibras del estroma contienen abundante melanina; en los ojos verdes, muy poca; y en los ojos azules no tienen pigmento alguno, y las fibras se mantienen incoloras.

El motivo por el que los ojos azules se perciben con ese tono no radica en su pigmentación, sino que es consecuencia del efecto Tyndall.

El efecto Tyndall es un fenómeno por el que la luz es dispersada por partículas incoloras. Como sucede cuando atraviesa un prisma, al dispersarse, la luz blanca se descompone en distintos colores, que se dirigen en distintas direcciones. Las longitudes de onda más largas, como la roja, se dispersan mucho menos que las longitudes de onda más cortas, como la luz azul. De este modo, la radiación roja queda retenida por la propia estructura física, mientras que la azul es liberada, haciéndose visible. Este efecto es similar a la dispersión de Rayleigh, responsable de que percibamos el cielo azul, a pesar de que tampoco presentan pigmentos azules.


Las fibras incoloras del estroma conforman un medio propicio para que se produzca el efecto Tyndall. Este fenómeno, por el cual un tejido incoloro se ve de color azul, se conoce como coloración estructural, a diferencia de la coloración pigmentaria. Esa es la razón por la que los ojos azules parecen azules, aunque el tejido del estroma sea incoloro.


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