Cuando pensamos en las emociones humanas, las negativas (es decir, la tristeza, la decepción, el enfado, etc.) son las que peor reputación tienen, por lo que siempre intentamos librarnos de ellas lo antes posible. Aunque se trata de una tendencia muy natural por la que todos nos inclinamos de vez en cuando, los estudios apuntan a que estas emociones negativas también tienen su valor. Si quieres descubrir cuáles son sus sorprendentes beneficios, ¡sigue leyendo!
Está en nuestra naturaleza humana querer huir de las emociones negativas. Parece que estamos programados para creer que el enfado, el resentimiento, la tristeza y la decepción son cosas malas que no sirven para nada.
Imagínate por un momento que has suspendido un examen importante y que estás decepcionado porque ya no vas a poder estudiar la carrera que querías. ¿Cómo reaccionarías?
Al igual que la mayoría de personas, probablemente te dirías a ti mismo que no importa y que lo mejor es pasar página sin darle muchas vueltas al asunto.
Esta es una reacción muy normal: la mayoría tendemos a evitar las emociones negativas y a castigarnos si las experimentamos.
Aunque solemos considerar que ver el lado positivo de las cosas es algo bueno e incluso admirable, los estudios demuestran que aceptar las emociones negativas tiene su importancia.
Permitirnos experimentar emociones negativas sin juzgarnos puede tener muchos beneficios para nuestra salud, tanto física como mental.
Hay muchas pruebas que apuntan a que avergonzarnos de estas emociones negativas es perjudicial para nuestro bienestar general.
En su libro Vita Segreta Delle Emozioni (la vida secreta de las emociones), la filósofa italiana Ilaria Gaspari (foto) escribe acerca de cómo suprimir estas emociones puede acabar reforzándolas.
"Me llevó mucho tiempo entender que ser emocional no significa ser inestable o estar desequilibrado, sino estar vivo y mostrarse abierto y vulnerable a la experiencia del mundo", dice en su libro.
Hay varios estudios que respaldan la reflexión de Gaspari. Uno de ellos, llevado a cabo en la Universidad de California en Berkeley, contó con la participación de 1000 personas a las que les preguntaron cómo de a menudo se avergonzaban de sus emociones.
Los resultados mostraron que los participantes que se machacaban a sí mismos por experimentar emociones negativas eran más propensos a tener síntomas de ansiedad y depresión.
Por otro lado, los que aceptaban sus emociones negativas sin juzgarse a sí mismos tendían a disfrutar de una mejor salud mental.
Por otro lado, los que aceptaban sus emociones negativas sin juzgarse a sí mismos tendían a disfrutar de una mejor salud mental.
El escritor científico David Robson está interesado en las emociones negativas y en cómo el reconocimiento y aceptación de su valor pueden influir positivamente en nuestra salud física y mental.
Pensemos en la decepción, por ejemplo. La mayoría estaremos de acuerdo en que es una sensación muy desagradable que nos gustaría evitar a toda costa.
Sin embargo, en lugar de huir de ella, podríamos reconocer que nos ayuda a aprender de nuestros errores. De esa forma cambiaríamos nuestra respuesta física a esta emoción.
En un artículo para la BBC sobre este asunto, Robson citó un estudio dirigido por el Instituto Max Planck de Berlín. En él se pidió a los participantes que clasificasen varias emociones, tales como el enfado o el nerviosismo.
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