lunes, 24 de mayo de 2021

Responsable o irresponsable, llega un momento en que tú eliges

 

Responsable o irresponsable, llega un momento en que tú eliges

¡Qué irresponsable! Escuchar esto es de lo peor y a nadie le gusta. Casi lo podríamos incluir en la categoría de insulto, porque atenta contra la esencia del ser humano. Nadie quiere ser irresponsable, pero, sin esfuerzo, cuesta serlo.

La libertad significa responsabilidad. Por eso la mayoría de hombres la temen.
George Bernard Shaw

Si se quiere ser responsable de adulto hay que empezar siéndolo de niño. Por eso se insiste cada vez más en las consecuencias que tienen los comportamientos de padres sobreprotectores o de “padres helicóptero”, que sobrevuelan a sus hijos con tal de hacerles la vida fácil. Se adelantan y satisfacen sus necesidades con la excusa de que la vida ya es dura de por sí”, “ya aprenderán”, o “ya tendrán tiempo” de hacerse la cama, de aprender a cocinar, de bañarse solos, de hacer una compra o de vestirse solos.

En el fondo estamos educando a personas débiles mentalmente, sin habilidades, que no arriesgan y que no se sienten capaces. Y la consecuencia es una baja autoestima. No han aprendido a hacerse responsables de sus gustos, sus decisiones, sus actuaciones y sus consecuencias. Los padres siempre van detrás, protegiendo en exceso a sus polluelos (algunos de más de 20 años ¡y de 30!).

La adolescencia es uno de los primeros baches con el que se encuentran los padres. De repente quieren que sus hijos sean responsables y autónomos y son criticados por lo que ellos mismos han forjado. Sí, sin saberlo en muchos casos, pero allí está el germen de la irresponsabilidad y de la inseguridad.

¿Cómo van a aprender a ser responsables si no se les deja serlo? Los valores se adquieren y desarrollan con la práctica, como los abdominales. Cuanto antes comienzan, antes se interiorizan. Si cada vez que hacen algo mal se les justifica de cara a entrenadores y profesores, no asumen consecuencias. Y lo más grave es que, en ocasiones, detrás de la justificación hay una mentira. Así que el modelo que se transmite es de irresponsabilidad por una cara y de la mentira como herramienta por otra. Mal vamos…

 

Ser responsable significa a veces cabrear a la gente. 
Colin Powell

 Ya no hay marcha atrás: ya eres un adulto. Pero puedes ser responsable o más responsable.

¿Por dónde empiezas? Decide tus áreas para comenzar (trabajo, pareja, amigos…). Dependerá, quizás, de aquellas áreas en las que estés teniendo más problemas, o de aquellas que sean más fáciles para ti. Como todo cambio, necesitas empezar paso a paso. Conseguirlo te motivará aún más. Haz una lista y comienza a vivir el cambio

Si dijiste “sí”, no valen las excusas: sé productivo y enfoca tu energía y tiempo en cumplir y di no al discurso evitativo. Que no te tengan que estar recordando lo que tienes que hacer.

Involúcrate, busca, sé creativo, crea el ambiente necesario y apasiónate con aquello que tienes entre manos. De esta forma uno disfruta y puede transformar una carga en algo más divertido. Lo tienes que hacer igual, así que mejor hacerlo a gusto.

Ante las dificultades, no abandones: en el camino te encontrarás con imprevistos o problemas. Cuanto antes lo sepas, mejor. La solución no es abandonar, sino, quizás, pedir ayuda. Ser responsable no implica hacer las cosas solo.

Analiza las causas: Cuando las cosas no salen, lo fácil es culpar a los demás. Organiza los famosos locus. Saber tu locus interno te permite saber dónde fallaste para mejorar en la siguiente. Si se te olvidó algo, tiene fácil solución: ¡agenda! Si todo es locus externo trasladas siempre la responsabilidad a los demás.

Pide perdón. Está mal considerado pero no te hace de menos; al contrario, te hace más responsable, siempre que sea sentido y bienvenido por el que lo recibe. Eso sí: no abuses de él ni lo tengas como muletilla, porque pierde credibilidad.

Observa tus reacciones y escúchate: estar a la defensiva no es un buen sistema. Empieza a borrar de tu discurso el “¿y tú qué?” cuando te comenten tus fallos. Analiza y acéptalos, porque te harán más responsable.

Si fallas, repara: a las personas se les falla, intencionadamente o no, pero el daño que se provoca hay que repararlo, o al menos intentarlo. No te adelantes a decir que esa persona no aceptará tus explicaciones. Tú actúa: es tu responsabilidad.

Adiós al victimismo y a las quejas. Para lo único que sirven es para generar pensamientos y emociones que te alejan de la responsabilidad. El mundo tiene cosas más importantes que hacer que conspirar en tu contra. Cuando un policía te pone una multa por exceso de velocidad o por no recoger los excrementos de tu perro la responsabilidad estuvo en tus manos, pero en algún momento decidiste ser irresponsable, consciente o inconscientemente. Si, en vez de estar con atención plena a lo que estás, estás perdido en pensamientos, ni estás en la conducción ni estás con tu perro: simplemente no estás. Así que la práctica del mindfulness también te ayuda a ser más responsable y menos despistado.

Educa en la responsabilidad

Si eres padre o si vas a serlo tienes una responsabilidad: educar en la responsabilidad. Un deseo de todo padre es que sus hijos sean responsables. No podrán serlo sin tu ayuda: te necesitan. Un niño responsable es un niño que crece seguro y autónomo.

Para ayudar a tus hijos a ser responsables:

- Ten claro que no eres peor padre por dar minirresponsabilidades a tus hijos desde pequeños.

- Busca el mejor momento para todos para tratar el tema y dar a conocer que, como familia, necesitáis un cambio en vuestras responsabilidades. Incluiros y no lo verán como un ataque.

- Adapta, según edades y gustos, qué pueden hacer. No vale todo para todos los hermanos aunque haya responsabilidades en común. Se puede ser responsable mediante el juego. Recuerda que es la mejor herramienta educativa.

- No impongas, porque no se involucrarán. Crear un listado e ir ordenando según preferencias,  el tiempo que se destina y qué consecuencia tendrá si la tarea no se hace son partes del proceso.

- Durante el proceso alienta, pero no seas repetitivo con lo que tienen que hacer ni con la amenaza de lo que ocurrirá si no lo hacen. Dales opciones en vez de decirles directamente lo que tienen que hacer. De este modo acotas y evitas el “lo haré luego”, porque ese “luego” a veces nunca llega.

Aprovecha la fecha de su cumple, el verano o el nuevo año para aumentar el reto de sus responsabilidades y evaluar las conseguidas en el año. No hay que olvidarlas, así que a crear el cuaderno de su responsabilidad. Les encanta escribirlo y decorarlo, y es un buen lugar al que acudir en caso de fallos.

- Refuerza todo aquello que se aproxime a lo acordado. Si sólo valoras la perfección puede que las responsabilidades dejen de interesarles.

- Antes de juzgar, gritar y castigar, interésate por la razón por la que no han hecho algo. La idea es que busquéis alternativas juntos, además de soluciones para el futuro. Por ejemplo, que busque ayuda antes, que pregunte o que se amplíe el catálogo de alternativas. Que piensen por ellos mismos: no les deis todo hecho. Sí, es más costoso en tiempo y paciencia, pero más beneficioso para todos.

- Lo más importante: disfruta del proceso de educar a tu hijo en la responsabilidad.

Premia, refuerza las responsabilidades de los tuyos y prémiate y refuérzate a ti mismo. No olvides que una persona responsable se gana el respeto de los demás. Así que dos por uno.



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