sábado, 9 de enero de 2021

Reacciones de las plantas ante la voz y el estado de ánimo de las personas

 Existen hipótesis que aseveran que las plantas son capaces de reaccionar no solo ante la voz humana sino también ante las emociones de sus cuidadores. Incluso distintos experimentos llegan a esa conclusión. La ciencia, sin embargo, no tiene una respuesta definitiva a este respecto. Este artículo examina el hábito de hablar a las plantas, revisa la historia de los estudios sobre las reacciones de los vegetales y explica también la postura del vegetarianismo ante esta cuestión.

Es verdad que las plantas reaccionan ante la voz y el estado de ánimo de las personas? La ciencia no ha dado todavía una respuesta definitiva a la cuestión. Muchas culturas antiguas consideraron que es así, dado que su cosmovisión incluía a todos los seres vivos, incluidos los humanos, y al propio planeta como parte de un todo que no debían alterar. En la actualidad, muchas personas hablan a las plantas como también hablan y acarician a sus mascotas. Pero, ¿ellas responden?

Lo cierto es que, en muchas ocasiones, las personas que hablan a las plantas son las que más tiempo les dedican y mejores cuidados les prodigan. Debido a esto, es normal que la mayoría de las que escuchan con frecuencia las palabras de sus dueños sean las que estén en mejor estado. Hay quienes afirman que las plantas no solo son muy sensibles a las vibraciones de la voz humana, sino

también a los estados de ánimo de sus cuidadores. Según estas hipótesis, el organismo de los vegetales establece una comunicación directa con el de las personas que las acompañan de manera habitual.

Por otra parte, a menudo las plantas (como las mascotas) también ocupan el lugar del interlocutor para gente que vive sola o pasa mucho tiempo en soledad. Como el protagonista de la película "Náufrago", que vive durante años en una isla inhabitada por otros seres humanos y "dialoga" con una pelota de voleibol, cualquier persona que no tiene con quien hablar necesita mantener el contacto y la comunicación con otro, con alguien aparte de sí mismo. Este lugar, muchas veces es ocupado por perros, gatos o plantas.

En la Grecia clásica, Aristóteles les atribuyó alma, aunque no sensibilidad. Hipócrates, el padre de la medicina, aconsejaba a sus discípulos hablar con las plantas, que eran la base de su botiquín. Mucho tiempo después, ya en el siglo XVIII, el sueco Carlos Linneo -considerado el precursor de la botánica moderna- afirmó que los vegetales eran como los animales, solo que sin movilidad. Darwin, en el siglo XIX, apuntó que las plantas sí desarrollan pequeños movimientos. El vienés Raoul Heinrich Francé fue más allá, a principios del siglo XX, al afirmar que las plantas se mueven tanto como los animales, pero a una velocidad muchísimo menor.

En la década de 1960 se desarrollaron las primeras pruebas al respecto con criterio científico. Cleve Backster, un estadounidense que se había especializado en interrogatorios como agente de la CIA, comenzó a hacer pruebas, por simple curiosidad, con un polígrafo. Conectó a diversas plantas los terminales de este aparato, conocido en términos coloquiales como "detector de mentiras" o "máquina de la verdad"

Con asombro, Backster descubrió que las plantas, cuando él iba a regarlas o les manifestaba afecto, producían unas señales similares a las que durante los interrogatorios caracterizaban a sensaciones como bienestar o satisfacción. De la misma manera, evidenciaron signos negativos a través del polígrafo cuando la actitud era amenazante contra su seguridad, como cuando el hombre acercaba unas tijeras o fuego a sus hojas o tallos.

Años después, otros investigadores estadounidenses como Marcel Vogel y Pierre Paul Sauvin llegaron a conclusiones parecidas. Medio siglo más tarde, sin embargo, la ciencia aún no tiene una respuesta definitiva para esta cuestión, que ha merecido numerosos estudios, libros, programas de televisión, etc.

Los vegetarianos y las plantas

Uno de los motivos por los que muchas personas deciden convertirse en vegetarianas es su deseo de no causar sufrimiento a animales para su alimentación. A ese argumento a menudo se le opone el esgrimido por quienes, basados en hipótesis y experimentos mencionados en este artículo, afirman que las plantas y demás vegetales también “sienten” y “sufren”.

Desde los sectores que propician el vegetarianismo, la respuesta es que reaccionar a estímulos no implica sentir y que, como las plantas carecen de sistema nervioso central y de cualquier órgano similar a un cerebro (a causa de su propia estrategia evolutiva), no experimentan dolor ni sufrimiento alguno. De todos modos, en general sostienen que, si en algún momento la ciencia demostrara que las plantas sí tienen conciencia de sí mismas y que sufren cuando se las corta, buscarían alternativas para evitar perjudicarlas.

Está claro que la postura del vegetarianismo se opone a las hipótesis de Cleve Backster y de tantos amantes de las plantas. Las opiniones divergentes permanecerán hasta tanto la ciencia no dé una respuesta, si es que esto ocurre algún día.


 



No hay comentarios:

Publicar un comentario