martes, 8 de noviembre de 2022

Denuncia a su abuelo, que la violó cuando era niña, por saltarse la orden de alejamiento en Andújar

 

  • “Salgo de mi casa con miedo por el hecho de que me lo puedo encontrar”, relata Andrea

  • La familia denuncia que está quebrantando la orden de alejamiento porque vive a 300 metros de la casa de Andrea

  • El condenado por abusos sexuales sobre su nieta ha salido de la cárcel “por muerte inmediata”

El abuelo de Andrea abusó de ella durante cuatro años en Andújar, Jaén. Los abusos comenzaron cuando ella apenas tenía 13 años y lo denunció, con 17. El hombre fue condenado a más de 10 años de prisión pero, “por muerte inminente”, está en libertad desde hace unos meses, por lo que solo ha estado en la cárcel poco más de tres años.

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Ahora vive a 300 metros de la casa de Andrea y, según denuncia, se ha saltado la orden de alejamiento. “Quiere retarnos”, señala la joven. Cuando lo ve, se le pasan por la cabeza situaciones terribles, “las que no le deseo a nadie”, dice emocionada. Ella no quiere que la persona que le destrozó su juventudMe tenía amenazada”, recuerda. Sus padres trabajaban en la hostelería y ella pasaba muchas tardes con sus abuelos. Él le decía que si contaba algo, su abuela se iba a morir, porque estaba enferma. Se inventó una película llena de miedos hasta que, con 17 años, decidió contarlo para evitar que le hiciera lo mismo a otros niños de su familia. “Eso no lo podía consentir”, dice Andrea, después de ver como se comportaba.

"El monstruo estaba en la familia"

“Jamás me hubiese imaginado que mi padre le estaba haciendo eso al tesoro de mi casa”, relata Manoli, la madre de Andrea. “Me faltó una chispa, 

 “Me faltó una chispa, un segundo, para buscarme la ruina de mi vida”, confiesa, porque lo único que pensaba era en “matarlo”. De una experiencia así recomponerse es muy difícil y, abrirse a contarlo, lo es todavía más. Lo hacen, dicen, por si esta historia le llega a algún niño o niña que está sufriendo lo mismo, le anima a ser valiente.

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“El monstruo estaba en la familia, la protegiamos de la calle y lo teníamos dentro”, sentencia la madre. Después del calvario de vivir los abusos de su abuelo, ahora tiene que soportar vivir en el mismo barrio que él. Con el miedo de salir a la calle y poder cruzarse con él. “Esto no es justo y morirse parece que no se va a morir porque cada vez está mejor”, relata, porque al hombre se le ve por el pueblo casi todos los días haciendo sus recados.






 


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