martes, 7 de abril de 2020

graves problemas son las personas que venden en los mercados ambulantes

"¿Que qué tengo en la nevera? Nada, nada, un par de patatas y poco más... No me hagas esta pregunta, que me desmorono", responde Josefa, una mujer separada con dos hijos a su cargo a la que la crisis del coronavirus la ha pillado viviendo en casa de su hermano, pescador y ahora también sin ingresos. Por primera vez en su vida se ha planteado ir a pedir ayuda al Banco de Alimentos, pero no lo puede hacer, ya que no está empadronada. En casos como el suyo, son las entidades sociales y las plataformas vecinales las que están ayudando a llenar la cesta de la compra. Varias asociaciones alertan de que están emergiendo nuevos perfiles de personas que vivían de la economía sumergida y ahora se han quedado sin dinero. "Estamos viendo la punta del iceberg de lo que vendrá", alerta Jordi Gusi, gerente de la Federación de Entidades Catalanas de Acción Social (ECAS). De momento, Cáritas ya ha registrado un 50% más de peticiones para alimentarse de lo que es habitual, y un 22% más para pagar el alquiler.
Josefa vive ahora en el humilde barrio de Sant Roc, en Badalona. Ha tenido problemas para conseguir la tan ansiada tarjeta monedero para que sus hijos puedan acceder a la comida que antes les brindaba el comedor escolar. "La dirección estaba mal, no me localizaron", explica. Pero el dinero de la beca tampoco bastará para cubrir sus necesidades. Al fin, quien le está ayudando a llenar la despensa es la plataforma vecinal Sant Roc Som Badalona. Igual que a Bacan Jenita, una mujer rumana que después de dejar la protitución mantiene sola a sus tres hijos recolectando y vendiendo chatarra desde hace al menos diez años. "La policía no nos deja salir, nos hemos quedado sin nada", relata. Hace ya tres meses que pidió la renta garantizada de ciudadanía, una ayuda social que le permitiría algún ingreso, pero lleva meses sin tener ninguna respuesta. "Suerte que la plataforma nos ha dado dinero para poder hacer la compra; si no, no sé como hubiésemos comido", cuenta.

Perfiles variados para un mismo problema

El portavoz de la entidad, Carles Sagués, explica que en la ciudad tienen un importante problema: "Hay cientos de familias que iban trampeando con la economía sumergida y que ahora se han quedado sin nada, y están teniendo graves problemas para acceder al banco de alimentos". Son las personas que venden en los mercados ambulantes, que acumulan chatarra u otros residuos para revenderlos, las cuidadoras que no cotizan, las mujeres sin papeles que trabajan, "prostitutas o incluso personas que viven del hurto a los turistas", exponen fuentes del ayuntamiento de Barcelona. El perfil es muy variado, pero el problema, el mismo. "Son gente que iba tirando y vivía al día, y por primera vez se ha visto pidiendo ayuda para poder comer", añaden.
Y es que, en estos casos, las familias deben acudir a los servicios sociales para que les acrediten como 'vulnerables' y así, poder acceder a las ayudas del banco de alimentos. "Nos encontramos con que los papeles que hacen los servicios sociales no son los que requiere el banco de alimentos, y cuando las familias cruzan toda Badalona para llegar hasta allí, les dicen que no les aceptan", expone Sagués. Hay que añadir, además, el "colapso" en el que están trabajando los Servicios Sociales Municipales debido al aumento de las necesidades en la población. Un "colapso", el de la ciudad de Badalona, que también confirma la responsable de Servicios Sociales del Col·legi de Treball Social de Catalunya, Mercè Civit
Reparto de alimentos por parte de Creu Roja en Molins de Rei.

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