La perorata viene a cuento porque el lunes se firmó un convenio en el Parlament que, pese a su solemnidad, fue "doméstico", a juicio de Miquel Roca, presidente del Museu Nacional, porque lo que se dispuso es "una colaboración entre el museo del pueblo y la casa del pueblo". Total, que ahí estaban, traje y corbata en ristre, el presidente de la cámara, Roger Torrent, y otros diputados además de los responsables del Palau Nacional para oficializar lo que ya era un hecho: diez piezas de las reservas del museo
estarán durante una década en exposición en los espacios del Parlament. Ya lo afirmaba Rovira i Virgili "la cultura es el alma de los pueblos". Y las obras de arte "refuerzan el alma del Parlament", Torrent dixit.
Entre las piezas que darán lustre al ánima del hemiciclo figuran obras de Santiago Rusiñol, Modest Urgell, Alexandre Coll, Eliseu Meifrèn, Miquel Blay, Josep Llimona y Josep Clarà. Además de dos mujeres, Palmira Collell y Maria Llimona. La elección de estas dos últimas no es baladí. Obedece a un cambio de perspectiva de la historia del arte, ya no vale solo la escrita y creada por los hombres. Poco a poco (demasiado) vira hacia el también existente talento femenino. Ahí están la salida del ostracismo que Lluïsa Vidal protagonizó en el Museu Nacional en el 2017, y la gran exposición que el Prado de Madrid estrenará este otoño sobre Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana. O sea, pese al canon, es un hecho que hubo (y hay) mujeres que esculpieron y pintaron. Así que en la selección a llevar al Parlament, todo el mundo tuvo claro que no solo los hombres han pintado y esculpido. Ellas también lo han hecho.
El viaje de las obras a la Ciutadella es casi una vuelta a casa, pues no muy alejado de donde ahora hay plenarios durante un tiempo hubo, también, las salas del Museu d’Art Modern. Sin ir más lejos, las esculturas lucían en el patio en el que actualmente se entregan las medallas de oro del Parlament. Las colecciones modernistas y ‘noucentistes’ estuvieron allí hasta el 2004, momento en que todos los fondos subieron hasta Montjuïc. En el vestíbulo, una de las piezas que
ha hecho el camino de vuelta: el mármol 'Meditació' de Clarà. El título de la pieza dio para que Torrent lo interpretara como "un mensaje subliminal" y para que Pepe Serra, director del museo, loara la obra como "paradigmática" de un autor que se formó con Auguste Rodin y tenía "una gran capacidad de sintetizar el cuerpo femenino con formas muy puras
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