jueves, 6 de febrero de 2020

No se puede confiar en todas las personas

Ilustración: Alberto Vázquez

El beduino y su camello

Érase una vez un beduino que tenía un solo camello, al que cuidaba y tenía mucho aprecio porque era su medio de transporte y su única compañía cuando atravesaba el desierto. Por eso, siempre se preocupaba de que al animal no le faltase de nada. 

Una noche especialmente fría en el desierto, el hombre se instaló dentro de la carpa bien cómodo y calentito, mientras que el camello se quedó fuera y empezó a notar la bajada de temperaturas pese a que su dueño se había preocupado de encender una gran hoguera. Antes de la medianoche, el camello despertó al beduino y le pidió si podía meter la cabeza dentro de la tienda porque no soportaba el frío. El comprensivo dueño le dijo que no había problema y se puso de nuevo a dormir. Al rato, volvió a interrumpirle el sueño y le pidió meter también el cuello, a lo que el hombre accedió. Apenas había pasado media hora cuando el animal le despertó para acabar de meterse dentro. Cuando estuvo instalado, el camello le dijo: «No hay espacio para dos» y el pobre y generoso beduino salió fuera y acabó cogiendo un fuerte resfriado. 

A veces, hay personas que abusan de la confianza de los demás sin considerar que hay límites que no se pueden pasar.
Mostra la imatge original

No hay comentarios:

Publicar un comentario