a realizar una campaña de concienciación para que haya más donantes.
A Dani le diagnosticaron esta enfermedad el pasado año. “Tenía sangrado en heces, la tripa con un bazo de 28 cm, estaba muy delgado, cosas que a las madres nos llama la atención y a los médicos supuestamente no”, se lamenta Vanesa, quien reconoce que se tardó mucho en diagnosticar la enfermedad de su hijo y fue “tiempo perdido”. Ahora Vanesa anima a todos a hacerse donante de médula. “Ya no es como antes”, no hay que asustarse, porque solo se trata de análisis de sangre, “no hay que pinchar en la médula”, recuerda.
Un trasplante es fundamental para Dani y su vida depende de encontrar a alguien compatible para hacerlo realidad. De momento, hace día a día lo más normal posible, pero como dice su madre, es consciente de que “está malito y pide curarse”.
Desde que se conoció la enfermedad Dani ha tenido el apoyo de su colegio, con una carrera solidaria para donar fondos dirigidos a la investigación y de la asociación Bomberos Ayudan. Además, su madre puso en marcha la venta de jaboncitos de colores para colaborar en la lucha contra el cáncer en el Centro de Investigación del Cáncer de Salamanca.
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