domingo, 9 de diciembre de 2018

La educación de los hijos

Se me quedó grabada la frase de una señora que escuché siendo pequeño: “Sólo tengo una hija y no quiero más. Un hijo es un problema. Y dos hijos son dos problemas”. Supongo que me impresionó escuchar aquello porque yo soy el menor de una familia numerosa. Y hasta entonces, ingenuo de mí, jamás se me pasó por la cabeza que ninguno de nosotros fuéramos “un problema” para mi madre.
Pero -¡ah, candidez la mía!- esta señora no se equivocaba. Un niño, un adolescente, un joven, un “educando”, provoca dolores de cabeza reales o figurados. Puedo dar fe de ello, ahora que soy padre de cuatro. (También puedo asegurar, por supuesto, que las satisfacciones superan con creces a los contratiempos).
Los padres constituimos un engranaje clave en el tejido social. Un padre responsable, que está pendiente de sus hijos, que les quiere, les exige, les dirige y les hace disfrutar su niñez, ahorra mucho dinero al Estado y contribuye a generarlo en el futuro. Y viceversa: hay progenitores que, viendo cómo educan a sus hijos, representan un verdadero peligro para la sociedad.Lo que nunca cambia con el paso del tiempo
Aunque cada época arrastra ciertos hábitos y costumbres que varían con el tiempo, dos cosas permanecen inmutables:
a) Las personas son en buena medida espejos de la sociedad que las educa.
b) Lo que siempre se ha conocido como “normas elementales de educación” parten de la familia, y constituyen los fundamentos de la convivencia en cualquier ámbito social.
Debo decir que la sociedad española presenta algunos problemas en estos principios básicos. Recuerdo con cierta vergüenza algunos comentarios que me hizo llegar un amigo hispanoamericano sobre el comportamiento de unos españoles en un avión: “Noté que eran compatriotas tuyos porque no pedían nada por favor, y tuteaban a todas las azafatas”.
Reflexiono sobre este problema, que acarrea consecuencias más graves de lo que puede parece, tras ver el vídeo de una madre que recrimina a una hija el uso inapropiado del móvil. Aunque en un primer momento la escena me provocó la risa, después me dejó un regusto amargo.
Supongo que la pobre señora se habrá sentido avergonzada tras verse reflejada de tan espontánea guisa ante millones de españoles. No dudo de que tenía mil motivos para enfadarse y regañar a su hija. Estoy seguro de que quiere ser buena madre. Pero los modos y las palabras que emplea son, sin duda alguna, motivos más de castigo a la madre que cualquier gamberrada de un hijo. Si queda algún español que no conoce las imágenes a las que me refiero, puede verlas aquí.
Los hijos tienen el derecho de ser corregidos. Los padres, la obligación de darles ejemplo no sólo en el fondo, sino también en la forma.
En el vídeo que millones de españoles contemplaron ayer, no ocurrió ni una cosa ni la otra. Si acaso, podría representar el ejemplo de lo que nunca debería ocurrir: una madre maleducada que educa mal a su hija.
Lamento concluir así, pero el problema no son los jóvenes de hoy en día. Los jóvenes se enfrentan a la vida con la misma ingenuidad, torpeza o imprudencia de cualquier menor en cualquier época de la Historia.
El problema somos nosotros, los adultos. Somos nosotros, los padres
Resultado de imagen de fotos de niños mal educados


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