martes, 24 de febrero de 2015

Antonio Banderas recibe el Goya de Honor muy emocionado y se lo dedica a su hija, Stella del Carmen

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  • Antonio Banderas le dedica su Goya de Honor al mejor trabajo de su vida: su hija Stella del Ca
Era uno de los momentos más esperados de la noche: Antonio Banderas iba a recibir el Goya de Honor por su enorme currículo. Para entregar este galardón, alguien a la altura: un Pedro Almodóvar que, en su saludo, rogaba al Ministro Wert que no se diera por aludido.
"​Hace tan solo dos o tres años en Los Ángeles asistía a una gala de beneficenza y tenía que soltar un pequeño discurso y estaba Taylor Swift cantando. Al acabar, se me acercó y me dijo: 'A mi abuela le encantan tus películas'", así comenzaba su discurso.
Muy emotivo y en el que su vida profesional ha tenido un protagonismo especial: "Todo lo que tengo se lo debo a mi profesión, a la que preferiría llamar vocación". Y añadía que siempre se ha tomado "la vida como una aventura o como un juego. Siempre me ha gustado la palabra jugar, para venerar la verdadera naturaleza de quien les habla".
Banderas, de quien nadie discute que tiene una carrera envidiable, sentenciaba: "Si miro hacia atrás, me veo viejo. Pero si echo la vista hacia delante, me siento muy joven. En la propia naturaleza del galardón, no por un trabajo, sino por una trayectoria, hay un reflexión hacia el pasado y otra hacia el futuro".
Su vida ha transcurrido "a un lado y al otro del Atlántico", pero durante su 'spech' ha dejado más que claro que, siempre ha que realizado un trabajo o se ha llevado un galardón, se ha acordado de la parte de acá: de su Málaga.
Y, hablando de recuerdos, en su intervención ha recordado a "esos que en algún momento forman parte de mi vida. Hay personas que el público no conoce y que, sin embargo, son parte de la gran familia del cine, con los que quiero seguir compartiendo grandes historias". Se refería a los carpinteros, los sastres y a todos los que no lucen bajo los 'flashes', pero sin los que el resultado final sería impensable.
Uno de los momentos más emotivos llegaba la recordar comos sus "padres, asustados de que su hijo hubiera sido víctima de un ataque de sensatez", se despedían de él en 1980 cuando partía en un tren desde Málaga hacia el sueño de su vida: comenzar una carrera como actor.
"La razón perdió la batalla, porque no era la mente, sino la razón lo que me guiaba. En el tren viajaba con una misión y una determinación. Una misión, convertirme en esos seres mágicos. La determinación: nunca, nunca volvería a mi Málaga con las manos vacías", relataba con un Goya entre esas manos que ya no estarán vacías.
"La aventura continúa y la ruta se hace más emocionante, en especial en estos momentos de crisis. Esta profesión siempre ha vivido en crisis. La crisis es nuestro estado natural. Debemos disfrutar con las manos en el barro y moldear", proseguía.
Para finalizar, la dedicatoria a su hija, Stella del Carmen, para él "mi mejor obra". A la joven, que acaba de cumplir 18 años, le dedicaba el que es, hasta ahora, el premio más grande y especial de su carrera. "Con mis ausencias prolongadas y compromisos profesionales, me perdí los mejores planos y te pido perdón a ti, Stella del Carmen", sentenciaba.
Acaba de comenzar, según él, la segunda parte del partido de su vida.
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