Y, encima, aseados. Física y psicológicamente. Como señala la doctora Coloma, es un gesto íntimo que pone fin a la jornada, dejando atrás cualquier problema que nos haya molestado a lo largo del día. ¿Y qué hay del cuerpo real? “La producción de sebo tiene su pico en torno al mediodía. Obviamente, a lo largo de la jornada también se acumula sudor y suciedad ambiental. Ducharse antes de meterse en la cama deja sensación de bienestar, ayuda a la piel a renovarse sin tener un tapón de grasa y suciedad y, de paso, contribuye a que las sábanas duren más tiempo limpias”, recuerda Ana Puelles Lostao, directora técnica de Estética Lostao.
En resumidas cuentas, no hay una opción mejor: ambas tienen sus hondos beneficios. Y el único motivo poderoso para elegir la mañana en lugar de la noche es que el proceso de adaptación a la vigilia nos resulte demasiado complicado. Eso sí: el agua fría o templada; al anochecer, sí conviene elevar los grados
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